El éxito de la Diada no despeja la incertidumbre del 27-S

Las próximas elecciones, que fijarán el techo del independentismo -nunca ha alcanzado 1,9 millones de votos-, se decidirán en el nivel de participación y en el área metropolitana de Barcelona

JOSÉ ANTONIO SOROLLA

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La gran manifestación de la Diada volvió a ser un éxito, por cuarto año consecutivo, pero esta vez fue diferente. La Via Lliure, que recorrió la Meridiana, la avenida que cruza los barrios más pobres de Barcelona, ya no puede leerse como la expresión de los catalanes que exigían el "derecho a decidir", sino como una marcha claramente independentista y electoral. Independentistas son los convocantes, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural -integrados en la candidatura Junts pel Sí-, además de las Candidaturas de Unitat Popular (CUP), y por eso fuerzas políticas que se habían manifestado en años anteriores -singularmente Iniciativa per Catalunya (ICV) y Unió Democràtica (UDC)- no acudieron.

Al final, tampoco acudió el president, Artur Mas, después de varios días de especulaciones sobre su asistencia o su ausencia. Los portavoces oficiales aseguran que quiso así preservar su papel institucional, vano intento cuando no se ha privado en ningún momento de apoyar la convocatoria y recibió después de la marcha a los organizadores, como había hecho en años anteriores, en que tampoco se manifestó. La presencia de Mas hubiera sido más coherente -es el número cuatro de la lista Junts pel Sí- y menos hipócrita, ya que hace mucho tiempo que dejó de ser el presidente de todos los catalanes.

La manifestación acaba este año con la sutil y eufemística diferencia entre el "derecho a decidir" y la independencia. Una parte de los manifestantes de otros años defendía su asistencia por la reclamación del ejercicio del "derecho a decidir", aunque se considerara no independentista, pero ahora el equívoco ha caducado. En la mañana del jueves se habían inscrito 485.000 personas, 45.000 menos que en 2014, pero eso no impidió que al fin de la marcha se hablara ya de dos millones de asistentes y que la Guardia Urbana cifrara la participación en 1,4 millones (400.000 menos que el año pasado). Al margen de las cifras, la Via Lliure fue un gran éxito, pero eso no despeja la incertidumbre del resultado en las elecciones del día 27.

El techo independentista

El 27-S, la apuesta del independentismo consiste en superar su techo, que hasta ahora está fijado en 1.897.274 votos, la cifra alcanzada por el sí-sí el 9 de noviembre de 2014. En ese "proceso participativo", celebrado en condiciones alegales -sin censo, con sufragio desde los 16 años, con admisión de residentes extranjeros-, el independentismo catalán llegó al máximo de votos hasta la fecha.

En elecciones autonómicas, la cifra mayor alcanzada por las fuerzas independentistas -CiU, ERC, CUP y el ahora inexistente partido Solidaritat per la Independència- fue de 1.787.656 votos (un 49,21%), aunque hay que tener en cuenta que en esos comicios CiU no se presentó con un programa independentista, sino con una ambigua propuesta de Estado propio a largo plazo, secundaria en relación a la petición del "derecho a decidir".

En la cita siguiente, las europeas de 2014, CiU y ERC -la CUP no se presentó- obtuvieron 1.142.867 sufragios (45,53%), mientras que en la última convocatoria electoral celebrada, las municipales de 2015, CiU, ERC y CUP sumaron 1.400.775 votos (45%), casi medio millón menos que el 9-N, aunque en los comicios locales habría que añadir voto independentista desperdigado en otras listas.

La franja decisiva

Es oportuno recordar los resultados electorales porque muchas veces los medios de comunicación se obsesionan con los sondeos, cuando las únicas encuestas válidas son las elecciones. En ningún caso, pues, el independentismo ha llegado a 1,9 millones de votos ni al 50% de los votos emitidos. 

La última encuesta disponible, la del CIS, otorga a las dos candidaturas independentistas -Junts pel Sí y CUP- el 44% de los votos y una raspada mayoría absoluta (68-69 escaños cuando la mayoría es de 68), mientras que la segunda fuerza sería Ciutadans (C's), con un 14,8% y 19-20 diputados, por delante de Catalunya Sí que es Pot (ICV y Podemos), con un 13,9% y 18-19 escaños. Las mayores diferencias del sondeo del CIS con otros publicados anteriormente se centran en un mejor resultado del PSC (12,2% y 16-17 diputados) y en la desaparición de UDC del Parlament, ya que el CIS solo concede a la formación de Josep Antoni Duran Lleida un 1,5% y ningún escaño. El PP obtendría un 9,4% y 12-13 diputados.

Todos los estudios demoscópicos y los analistas electorales coinciden en que el resultado se jugará en la participación  -en 2012 fue del 67,7% y se espera una subida- y en el área metropolitana de Barcelona, donde el independentismo se quedó en las municipales en el 25,24% (Baix Llobregat) y en el 36,11% (comarca del Barcelonès, que incluye la capital). La llamada abstención diferencial -los electores que votan en las generales y no lo hacen en las autonómicas- será determinante. La otra variante decisiva será el comportamiento de la franja de los electores que van del centroizquierda a la izquierda, que se consideran catalanistas moderados y se definen tan españoles como catalanes.

Votos o escaños

El 42,1% de los consultados por el CIS se consideran tan españoles como catalanes -el porcentaje mayor- y en la citada franja se sitúa la mayor parte de los indecisos -unos 600.000 sobre un total de un millón-, que en el pasado habían apoyado en su mayoría al PSC o a ICV. Otra de las incógnitas reside en el electorado moderado de CiU, que debería inclinarse por UDC, aunque las encuestas no lo recogen o lo cifran en una cantidad ínfima. Duran Lleida segura que ahí se esconde el voto oculto que al final le dará representación parlamentaria.

Mas, Oriol Junqueras y Raül Romeva, el cabeza de lista que camufla la imagen del president, repiten que para poner en marcha la hoja de ruta a la independencia basta con una mayoría absoluta de escaños, aunque no se alcance el 50% de los votos. Esta forma de contar, que contradice el carácter de plebisicito de las elecciones que tanto pregonan, no es aceptada ni por la mayoría de sus propios votantes, según las encuestas. El último sondeo de El Periódico de Catalunya señalaba que dos de cada tres soberanistas pedían que se tuvieran en cuenta también los votos.

La ley electoral establece que un diputado por Barcelona necesita para ser elegido el doble que uno por Lleida, Tarragona o Girona por lo que contando solo los escaños no se cumple la máxima democrática de una persona, un voto. Y de nada vale la excusa de Mas de que se cuenta en escaños porque el Gobierno español no ha permitido el referéndum.

La otra fuerza independentista, la CUP, también exige que se cuente el número de votos, por lo que si esta formación anticapitalista e independentista es imprescindible para lograr la mayorìa absoluta se planteará el primer conflicto en el Parlament. La CUP ha dado a entender que podría no votar a Mas en la investidura y pronunciarse en favor de Romeva, exeurodiputado de ICV, para president.

El papel de TV3

Una de las controversias del inicio de la campaña electoral es el papel que están jugando en el proceso soberanista los medios de comunicación públicos TV3 y Catalunya Ràdio. El sesgo independentista de TV3 no ha brotado, sin embargo, estos días. Hace años que los informativos, los reportajes especiales y las tertulias se han puesto con armas y bagajes al servicio del procés. En las tertulias, suele ser habitual la presencia de tres o cuatro independentistas frente a un disidente, normalmente del PP o C's, para, por contraste, calentar a la audiencia.

La última denuncia de parcialidad la ha hecho Josep Borrell, con quien fue anulada una entrevista en el canal 3/24, pero lo más relevante es la intervención de la Junta Electoral Central (JEC) para asegurar el pluralismo. TV3 dedicó ayer más de media hora en el informativo de mediodía a la Diada y a la Via Lliure, que fue transmitida en directo después durante unas cinco horas. El PP y el PSC recurrieron a la JEC después de que la Junta Electoral Provincial autorizara la transmisión por considerar que no era un acto electoral.

Este criterio fue contradicho por la JEC, que ha obligado a TV3 y a la radio oficial a "compensar" a los partidos que no participaron en la manifestación dedicándoles un tiempo de programación "en día festivo y en la misma franja horaria que la retransmisión en directo [de la Via Lliure] y con la misma duración". La dirección de TV3 y Catalunya Ràdio ha ofrecido la emisión de entrevistas con los líderes de esos partidos este domingo por la tarde.

Las intenciones, sin embargo, están claras. Para el debate que TV3 ofrecerá el día 20 con los líderes políticos, la primera propuesta de la televisión pública no incluía entre los cuatro bloques temáticos ninguno dedicado a la corrupción ni al balance de la obra de gobierno de Artur Mas. Sobran los comentarios.

Artículo publicado en Zoomnews.es