La clave

Nos gustaban más antes

JUANCHO DUMALL

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Blonde on Blonde, considerado por muchos la obra cumbre de Bob Dylan y reconocido como uno de los mejores discos de la historia del rock, acaba de cumplir 50 años. El aniversario nos recuerda que el músico de Minnesota tenía 25 años cuando compuso canciones tan sublimes como Just like a woman o Visions of Johana, dos de los temas de ese extraordinario doble álbum. Multitud de aficionados y críticos son los que piensan que ese Dylan jamás ha sido superado por los que vendrían después.

Cincuenta años se han cumplido desde la publicación de Últimas tardes con Teresa, el título que elevó a Juan Marsé al escalón de los grandes novelistas españoles de la segunda mitad del siglo XX cuando tenía 33 años. Muchos de los lectores de Marsé consideran la novela en la que nació el Pijoaparte como su mejor obra o, como mínimo, la que produjo un chispazo como no han alcanzado muchas y magníficas obras posteriores, como Si te dicen que caí o Un día volveré, por citar solo dos.

Los fans del cine de Pedro Almodóvar también añoran la frescura de sus primeras películas, aquellas que, como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón o ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, rodó con poco más de 30 años y fueron una bocanada de aire fresco en el cine español.

Jóvenes y rebeldes

Salvando las distancias, los tres casos remiten a un fenómeno bastante común en la crítica musical, literaria y cinematográfica: colocar en la cúspide de la obra de un autor el momento mágico de la irrupción con aires todavía juveniles y rebeldes. Así, gusta más el primer Woody Allen que el de ahora. O el primer Springsteen o el primer LeCarré.

Grandes creadores de éxito temprano se verían así condenados entre su público admirador a arrastrar el estigma de una larga decadencia, plagada de vanos intentos de recuperar lo mejor de sí mismos. Es cierto que el humor de Annie Hall, la energía del Born to run o la atmósfera de El espía que surgió del frío son cumbres inigualables, pero también lo es que cuando las descubrimos éramos más jóvenes y las sentíamos más propias porque sus autores aún no pertenecían al mainstream del consumo de masas.