La clave

Europa y el escarmiento de Grecia

ENRIC HERNÀNDEZ

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Suceda lo que suceda en el referéndum de Grecia, temeraria y precipitadamente convocado por Alexis Tsipras, el recuento devolverá la pelota al tejado europeo. Porque, pese a que en teoría están llamados a decidir democráticamente su futuro, no está al alcance de los griegos hacerlo; ese privilegio queda reservado a los 17 líderes restantes de la zona euro. O más bien a Angela Merkel, si prescidimos de subterfugios formalistas.

Con la victoria del 'oxi' (no) en el 'Greferendum', incluso si esta es pírrica, el primer ministro Tsipras habrá ganado una batalla a la troika... a riesgo de perder la guerra. El líder de Syriza habrá reforzado su legitimidad doméstica y su fortaleza externa para renegociar el rescate, pero no es seguro que las instituciones internacionales cedan ante un interlocutor en el que han perdido toda la confianza, si alguna vez la tuvieron.

La apóstol germana de la austeridad dogmática puede leer el 'oxi' como un 'no' griego al euro. Craso error. No fue ese el programa refrendado por el pueblo heleno en las elecciones del pasado enero, ni tampoco el mensaje emitido por los partidarios del 'no'. Cerrar todos los grifos financieros a Grecia como paso previo a su expulsión de la UE y el euro supondría escarmentar a todos los griegos -también a los del 'sí', incluso si superasen el 40% en las urnas- por una decisión que no han tomado. Amén de minar los frágiles pilares de la moneda única europea, cuya reversibilidad tendría efectos letales en los mercados.

Pero, ¿y si gana el 'sí'? Todo indica que la derrota de Tsipras enterraría a su Gobierno y abocaría a Grecia a nuevas elecciones. ¿Qué sucederá en ese 'impasse'? Bruselas -perdón, Merkel- puede prorrogar el auxilio financiero a la espera de que emerja un nuevo Gobierno más dúctil a sus exigencias. O, por contra, flexibilixar sus demandas para no castigar aún más al pueblo griego.

Democracia y mercados

Ni la UE ni el euro tendrán futuro si la concordia y la solidaridad son sustituidas por la amenaza y el escarmiento. Desmentir que nos hallamos ante una disyuntiva entre democracia y mercados ya no está en manos de los griegos. Solo de Europa.