Espionaje

Parece que nos espían. De hecho, ya lo intuíamos, pero desde las revelaciones deEdward Snowdenestamos seguros. Además, Facebook acaba de reconocer que recibió peticiones de información de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, con lo cual se confirma lo que ya hace tiempo que anuncian los expertos: que todo lo que colgamos en la red, tarde o temprano, está expuesto a los ojos de los controladores que nos controlan y que nos puede ir a la contra en el momento menos esperado y sin que tengamos conciencia de ello. Quizá por eso, por ese temor, he revisado con más detalle todo lo que veo que me inunda en este gran supermercado del cotilleo donde, como dijo hace pocoZygmunt Bauman,vivimos la ilusión de tener cientos de amigos a un golpe de clic. He encontrado, eso puede que sí, mensajes cifrados y tiernas declaraciones de amor, sutiles y volátiles, pero sobre todo he visto un personaje que me indica la hora en que va a hacer la siesta y la hora en que se levanta de la siesta, el momento de cenar y qué come entonces y con quién, fotografías melifluas de paisajes y flores y muchas y muchas inutilidades e idioteces vestidas de rosa. Francamente, si los de la NSA quieren perder el tiempo, que hagan lo que quieran con el espionaje cibernético. Me recuerdan a aquellos polis de las películas, que están toda la noche en vela esperando a que el criminal salga por la puerta. El criminal escapa justo cuando los polis se han dormido, al amanecer.