Al contrataque

Erdogan

MANEL FUENTES

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En Turquía hay elecciones municipales a finales de mes y el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, ante la imposibilidad de control sobre quienes destapan casos de corrupción que le afectan, ha bloqueado Twitter en su país, o al menos lo ha intentado. Y, claro, hay malestar. Y estupefacción general.

Desde hace casi una década, Ankara negocia con Bruselas su adhesión a la Unión Europea, y Estados Unidos es su gran aliado ya que Turquía es clave en la OTAN, con lo que más de uno anda con cara de circunstancias por los pasillos del poder del mundo occidental.

Ya sabemos que la vida del gobernante es muy complicada y que por norma le gusta tener un cierto control sobre la información, pero la censura o manipulación informativa en Occidente siempre se ha intentado hacer por sistemas menos chapuceros. Y además, es propio de una época que dejamos atrás. Los medios de comunicación de masas ya no son lo que eran, ni los que eran.

Hoy, intentar bloquear una red social, además de inadmisible, es ineficaz y absurdo. No hay un director que marque la pauta y una redacción que obedezca. Los emisores no están maniatados por intereses laborales o publicitarios. Es la gente. Sin más. Sin nada que perder. Y Erdogan ha sido incapaz de darse cuenta. En muchas partes del mundo vivimos una crisis política, económica y de valores que nos debería hacer reflexionar.

El poder ya no está donde solía. Hoy, una red social lo puede poner en jaque. Hoy, el viejo paradigma ya no marca las reglas, porque nosotros lo miramos con desconfianza. Eso sí: sigue teniendo los mecanismos y lo único que intenta es resistir. Y no lo tiene fácil. La información es poder, y la coordinación, también. Y eso es internet y está al alcance de todos. El castillo se rige aún por viejos mecanismos pervertidos u obturados, pero el tsunami viene a través de las redes sociales y esos muros saltarán.

Injusticias

Hay que entender sus reglas, quiénes son los nuevos prescriptores y cuáles son sus mecanismos de posicionamiento e influencia. Y sí, habrá injusticias. Tal vez estaremos indefensos ante una mentira bien difundida, pero ¿acaso no lo estamos ahora? ¿Acaso no lo estuvimos siempre? No sé si el Gobierno de Erdogan es culpable de los casos de corrupción que difundía Twitter, pero sí lo es de censurar un canal que hoy es un mainstream de la comunicación mundial.

Tratar de ir contra la tecnología solo anticipa la foto de la impotencia. Te pone en lo absurdo. En lo grotesco. Lo que viene no acaba ni empieza en Turquía. Internet es revolucionario. Transforma sociedades. De momento, ha hecho que el mundo necesite menos gente para funcionar. Muchos han perdido su trabajo. Otros han encontrado oportunidades. Y los que se oponen al futuro, no sobreviven.