OPINIÓN

Equilibrios en las cuentas de los municipios

SALVADOR SABRIÀ

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Cuando faltan dos meses para las elecciones municipales, pero todavía no ha entrado de lleno la campaña electoral, quizá vale la pena ver cómo han evolucionado las cifras en conjunto de la Administración local porque estos datos agregados permiten concluir que los ayuntamientos en su conjunto son los que han sido más eficaces y eficientes para cuadrar sus cuentas en estos años de crisis económica.

Es verdad que han recibido ayuda financiera del Estado para rebajar su deuda, y también que, por ley, se les ha impedido a muchos de ellos sobrepasar determinados niveles de gasto. Pero tampoco puede dejarse de lado el esfuerzo de contención realizado en su cuenta, incluidas las medidas de ajuste intentando preservar al máximo los servicios públicos que prestan. En la mayoría de los casos, por voluntad propia, pero además porque son el nivel de administración que recibe más presión directa de la ciudadanía. Algunos ayuntamientos han optado por traspasar parte del coste de estos servicios a sus usuarios, como ha sucedido en las escuelas municipales de música o de primera infancia que se han visto obligadas a incrementar el precio de la matrícula. En otros, se han realizado recortes de personal en áreas en las que la crisis ha dejado casi sin actividad.

En Catalunya, además, los ayuntamientos se han convertido de hecho en financiadores de la Generalitat. El caso más evidente es el de la ciudad de Barcelona. Aunque hay discrepancias entre el Gobierno local y la oposición sobre el importe de la deuda autonómica con Barcelona, dando por buena las cifras del alcalde Xavier Trias ya se constata este duro esfuerzo: el pasado enero reconocía que le Generalitat debía a las arcas locales 218 millones de euros. Y, para el conjunto de ayuntamientos catalanes, esta cifra oscila entre los 400 y los 1.200 millones, dependiendo de la fuente, deudora o acreedora respectivamente.

Según datos del Banco de España, la Administración local ha disminuido su nivel de deuda en los últimos tiempos, en contra de lo que sucede en la Administración autonómica y con la central. El pasado septiembre lo había rebajado un 5,7% respecto a un año antes, mientras que el Estado lo incrementó un 7,8% y las autonomías, un 15,7%. Las administraciones locales han dado la vuelta al calcetín de sus cuentas (siempre en cifras agregadas) y ahora registra en conjunto un superávit que rozaba el medio punto del producto interior bruto (PIB). Eso sí, basándose en la reducción de los sueldos de sus empleados, que es la primera partida de gasto de los municipios. En este caso sí que es justa la afirmación de que se ha hecho lo mismo, o más, con bastante menos.