Dos miradas

Entre letras

Con palabras se ama, se llora, se sueña y se cincelan pasiones, se derrumban odios o se alzan diferencias. Hoy navegaremos sobre un mar de palabras

EMMA RIVEROLA

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«Yo tuve una granja en África». «¡Mi reino por un caballo!». «Frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo». «¡Ábrete, Sésamo!». «Los días rojos son terribles y en esos momentos lo único que me viene bien es ir a Tiffany's, porque nada malo me puede ocurrir allí». «Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día»… Se pactan rendiciones y se celebran victorias con palabras. Bajo su dictado se va a morir. Con palabras se ama, se llora y se sueña. Con ellas se cincelan pasiones, se derrumban odios o se alzan diferencias. Su combinación caprichosa despierta revoluciones, eleva cantos redentores y exalta el alma. También con ellas se alimenta la nostalgia y se coquetea con la soledad. Hay palabras escurridizas o fieles. Sinceras o falsas. Pero, al fin, todas son verdad.

Hoy navegaremos sobre un mar de palabras. Millones de páginas emborronadas de letras llenarán las calles. Como aprendices de Ulises sortearemos escollos y ejércitos invasores y buscaremos refugio en el puerto de la literatura. Poco importa si elegimos el destino amable de una historia romántica, la crudeza de una novela negra, una sesuda reflexión filosófica o las páginas que dibujarán una persistente sonrisa. Sea cual sea el mundo de palabras que hayamos escogido, seremos afortunados. Entre las letras, la vida siempre es un poco mejor.