La próxima cita con las urnas

Elecciones eu-ro-pe-as

Instrumentalizar los comicios del 25 de mayo para fines nacionales merece el calificativo de antieuropeo

ALBERT BRANCHADELL

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Desde que Artur Mas, Oriol Junqueras, Joan Herrera David Fernàndez comparecieron el 12 de diciembre para anunciar la fecha y la pregunta de la consulta han sido diversas las voces que han abogado por una candidatura unitaria de los partidos soberanistas catalanes en las elecciones europeas del 25 de mayo. Los compañeros de ICV-EUiA y la CUP se descolgaron enseguida del invento, pero CDC flirteó largamente con la idea de acudir en compañía de ERC. Ahora que ya sabemos que no habrá frente soberanista acaso sea el momento de pedir a los partidos catalanes que ante una cita electoral europea muestren un poco de europeísmo.

La propuesta de candidatura unitaria tenía ciertamente poco sentido. Actualmente los partidos soberanistas catalanes disponen de tres diputados y medio en Estrasburgo/Bruselas. Los tres son Ramon Tremosa (CDC), Salvador Sedó (UDC) y Raül Romeva (ICV-EUiA), y el medio es Oriol Junqueras (ERC), que fue eurodiputado entre el 2009 y el 2011, para ceder después su asiento a Ana Miranda (BNG), que a su vez lo cedió a Iñaki Irazabalbeitia (Aralar). Una vez en el Parlamento, y tal como reza su reglamento, los diputados se organizan en grupos «de acuerdo con sus afinidades políticas». Hasta ahora, las afinidades políticas han llevado a nuestros eurodiputados a enrolarse en tres grupos distintos: Tremosa está en la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa; Sedó pertenece al Grupo del Partido Popular Europeo (donde también está todavía Alejo Vidal-Quadras, por cierto), y Romeva (como en su momento Junqueras) está en el grupo Verdes/Alianza Libre Europea. En el supuesto de una candidatura soberanista unitaria, nada hace pensar que no se hubiera producido esta dispersión de adscripciones. Pero más allá de esta formalidad parlamentaria está la certidumbre de que los eurodiputados del frente unitario hubieran seguido haciendo lo que hacen los tres eurodiputados y medio actuales: no votar habitualmente en el mismo sentido.

Naturalmente, renunciar a una candidatura soberanista unitaria no excluye que los eurodiputados soberanistas que sean elegidos impulsen iniciativas conjuntas en determinadas áreas estratégicas, empezando por las iniciativas soberanistas. De hecho, es lo que han venido haciendo los eurodiputados catalanistas desde hace tiempo. Sin ir más lejos, en octubre pasado Tremosa, Sedó, Romeva e Irazabalbeitia (en representación de ERC), junto a Maria Badia Raimon Obiols (por cierto), llamaron la atención de la comisaria de Justicia, Viviane Reding, sobre la independencia judicial en España a raíz del descubrimiento de la militancia política del presidente del Tribunal Constitucional. Un año antes, Tremosa, Badia, Romeva y Miranda (en representación de ERC) se habían dirigido a Reding para que evaluara los riesgos de una intervención militar antisoberanista en Catalunya. Y son varias las ocasiones en que los eurodiputados catalanistas han fet pinya en pro de la oficialidad del catalán/valenciano en las instituciones europeas.

Una vez descartada la candidatura soberanista unitaria, el peligro es que los partidos soberanistas, y especialmente CDC y ERC, pretendan convertir las elecciones europeas en un episodio más del llamado «proceso». Al margen de cuál sea su posición en el contencioso que enfrenta a Catalunya con España, lo que desean los europeístas catalanes es votar en clave europea. Que los eurodiputados soberanistas defenderán el derecho a decidir en Bruselas/Estrasburgo ya se da por descontado (también es evidente que los unionistas harán lo contrario). Lo que quieren saber los europeístas catalanes es qué posiciones van a defender los eurodiputados catalanes en asuntos clave de política europea, que es lo que se va a discutir mayormente en el Parlamento Europeo. ¿Cuál debe ser la política europea de inmigración, por ejemplo? ¿Turquía tiene que ingresar en la Unión? ¿Hay que llegar hasta el final en la implantación de cuotas femeninas en los consejos de administración de las empresas? ¿Cómo se debe proteger  mejor la libertad religiosa en Europa, y especialmente la práctica del islam? ¿Qué medidas caben para combatir el racismo y la xenofobia? ¿Es necesario avanzar hacia una unión fiscal? ¿Qué hay que hacer con la energía nuclear? ¿Quién debe presidir la próxima Comisión Europea? He aquí una selección variopinta de preguntas que no es evidente que todos los candidatos que se presenten hayan de responder de la misma manera.

Sin menospreciar el acuciante debate soberanista, sería deseable que ante la cita del 25 de mayo los partidos catalanes atendieran a este tipo de cuestiones. Instrumentalizar las elecciones europeas para fines nacionales (por más nobles que sean) solo merece el calificativo de antieuropeo.