El sosias de Berto

RAMÓN DE ESPAÑA

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A todo islamista radical que se precie le encanta grabarse videos cutres en los que bendecir la última atrocidad cometida por los suyos y amenazarnos a los infieles de lo que se nos viene encima si no cambiamos de actitud. Con lo que no contaba Nasr bin Alí al Anesi, líder yemení de Al Qaeda, era con que existiese en su añorada Al Andalus un humorista muy gracioso que se le parecía mucho. Yo mismo, cuando lo vi salir por la tele, sufrí un saludable ataque de risa, pues me parecía tener delante a Berto Romero con chilaba, un mantel en la cabeza y una bayeta amarillenta colgándole de la boca. Y no fui el único, ya que el tema no tardó en convertirse en trending topic en las redes sociales. Con la risa habíamos topado, y aquel tarugo ya podía decir lo que quisiera, que toda España se lo estaba tomando a chufla.

Como se pudo comprobar con lo de Charlie Hebdo, este tipo de gente encaja muy mal que se rían de ellos; por consiguiente, eso es lo que hay que hacer. Es perfectamente compatible -lo cortés no quita lo valiente- con crujirlos a misiles y perseguirlos con drones hasta eliminarlos. Se trata, básicamente, de minarles la moral. A fin de cuentas, una de las cosas que nos separa de ellos es el sentido del humor, que a nosotros nos sobra y del que ellos carecen. Y no será la primera vez que lo hagamos: Chaplin ya se rio de HitlerTarantino presentó al Ku Klux Klan como unos cenutrios con capirote en Django desencadenado y Torrente, mientras se cruzaba con una señora envuelta en un burka, clamaba: «¡Ahí va, la bruja Piruja!».

Toda esa gente suele tomarse muy en serio a sí misma, pero no quiere decir que nosotros debamos hacer lo propio. Cuando alguien le imponía un respeto rayano en el miedo, Dalí se lo imaginaba con un zurullo en la cabeza y se  reía en sus narices. Algo parecido habrá que hacer cuando salga por la tele uno de esos idiotas del horror, pues no siempre podremos echar mano del bueno de Berto para que nos ayude a desactivarlos.