El convoy menguado del independentismo catalán

CDC, ERC y las entidades independentistas acuerdan una nueva vía hacia la secesión, pero a costa de ver cómo se descuelgan cada vez más unidades del convoy del soberanismo

JOSÉ ANTONIO SOROLLA

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La última hoja de ruta hacia la independencia de Cataluña ya está aquí. En realidad, sería la única solo si se entiende como culminación de un proceso, pero ya es la tercera en menos de tres meses si se enumeran todos los desencuentros entre las fuerzas firmantes. En cualquier caso, los signatarios cada vez son menos, ya que desde antes incluso del 9-N se han descolgado Unió Democràtica (UDC), ICV-EUiA y la CUP. El preacuerdo del lunes solo lo suscriben Convergència Democràtica (CDC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y las entidades soberanistas Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural y Associació de Municipis per la Independència (AMI).

El acuerdo -folio y medio- firmado el lunes es en realidad "un preacuerdo tras el preacuerdo" suscrito el pasado día 13 de marzo, en el que, en menos de media página, no se concretaba nada, y ni siquiera figuraban las palabras plebiscitarias -referida a las elecciones del 27 de septiembre- ni independencia. El día 13 firmaron, además de CDC, ERC y las entidades soberanistas, EUiA -uno de los partidos que integran Iniciativa per Catalunya- y el MES (escisión soberanista del PSC), que ahora han desaparecido. Al día siguiente del preacuerdo de marzo se desató una bronca en EUiA que explica su ausencia definitiva.

Pese al optimismo que se respira en los medios soberanistas, la experiencia aconseja que esta hoja de ruta deba ser interpretada solo como un intento de reanimar un proceso que se encuentra en una fase de reflujo que detectan incluso los encuestadores oficiales. El día anterior al preacuerdo del 13 de marzo se hizo público el último sondeo del CEO (el CIS catalán), en el que los partidarios de la independencia eran menos (44%) que los contrarios (48%) y en el que CDC (31/32 escaños) y ERC (30/31) quedaban lejos de la mayoría absoluta del Parlament (68 escaños).

MESES DE DESENCUENTRO

En realidad, el desencuentro entre Artur Mas y Oriol Junqueras se inicia en una reunión el 7 de agosto de 2014 en la que el líder de ERC interpreta que el presidente de la Generalitat está dispuesto a renunciar a la consulta soberanista si el Estado la impide. La ruptura se oficializa el 13 de octubre, cuando Junqueras reclama elecciones anticipadas y anuncia que no apoyará los Presupuestos. Pero el éxito personal de Mas el 9-N descoloca a Junqueras.

Después, ambos líderes pronuncian las dos conferencias que ejemplifican la distancia entre los proyectos de Convergència y Esquerra, hasta que el 14 de enero se alcanza el acuerdo en el que Mas gana tiempo y Junqueras se impone en todo lo demás: las elecciones se convocan para el 27 de septiembre, un insólito anuncio con ocho meses de anticipación; las listas serán separadas y no una sola, como quería Mas; y ERC se desdice y acepta apoyar los Presupuestos de 2015. El acuerdo incluye pactos municipales entre los dos partidos que Junqueras, la misma noche del anuncio, se apresura a negar. De ese acuerdo se han descolgado ya ICV y la CUP.

Tras la cumbre del 14 de enero se inicia la elaboración de la hoja de ruta -pronto va a haber más que en Oriente Próximo, conflicto que popularizó el concepto- que ha culminado ahora. En el texto se califica a las elecciones del 27-S de plebiscitarias; se defiende que el primer punto del programa de los partidos soberanistas sea en favor de la independencia de Cataluña; y se anuncia una declaración del Parlament como inicio del proceso hacia un "nuevo Estado o República catalana"; la elaboración en 10 meses de una Constitución catalana; la preparación de las llamadas "estructuras de Estado" (Hacienda, Seguridad Social, transitoriedad legal, acción exterior, transición en las infraestructuras estratégicas, servicios sociales y salud, energía y seguridad) y la negociación con el Estado sobre el reparto de activos y pasivos.

TODO EN AÑO Y MEDIO

Como proponía Mas, todo el proceso debería durar como máximo 18 meses, que se cerrarían con un referéndum para aprobar la nueva Constitución, la proclamación de la independencia y la celebración de otras elecciones al Parlament ya bajo el nuevo marco legal. Inmediatamente, se negociarían las nuevas relaciones con el Estado y con la Unión Europea.

En este cuento de la lechera -claro esta vez, pero sucinto-, que da por supuesta la victoria de las fuerzas soberanistas, faltan, sin embargo, elementos clave. Por ejemplo, cómo se consigue la mayoría necesaria para caminar hacia la independencia. En el papel del 13 de marzo se hablaba de "mayoría parlamentaria". En el del 30 de marzo, ni una palabra. Solo se cita una vez "la mayoría de la ciudadanía" y otra "la voluntad del pueblo catalán sobre su futuro político".

En declaraciones posteriores, el número dos de CDC, Josep Rull, señaló que sería necesaria la "mayoría absoluta" del Parlament. Al margen del atrevimiento que representa pretender declarar la independencia con una exigua mayoría de escaños, este planteamiento olvida que los diputados no traducen la máxima democrática "un hombre, un voto", porque los votos necesarios para sacar un acta en provincias como Lleida o Girona son muchos menos que en Barcelona. De ahí que la victoria en voto popular del soberanismo sea imprescindible en cualquier caso.

Un referéndum sí que cumple la ecuación "un hombre, un voto", pero no unas elecciones por muy plebiscitarias que se las designe. Y eso sin contar que en Quebec, por ejemplo, no bastaría una victoria ajustada en voto popular según la ley de la claridad, sino que sería necesaria una mayoría más amplia.

LAS ELECCIONES MUNICIPALES; DETERMINANTES

La única puerta abierta que deja el documento a un eventual pacto con el Estado figura en un punto que se refiere a "mantenerse expectantes" por si el Gobierno central aceptara finalmente la celebración de un referéndum vinculante sobre la independencia. Mariano Rajoy ha vuelto a repetir que no es este el caso.

Algunas interpretaciones ven en este punto un deseo de que Unió y otros partidos puedan sumarse a la hoja de ruta. El partido de Josep Antoni Duran Lleida decidirá su posición, probablemente en favor de una confederación sin abandonar España, en una consulta interna el 14 de junio. ICV (incluyendo a EUiA) parece definitivamente alejada del proceso y la CUP también lo está por el momento.

La posición de estos partidos no es la única incógnita que queda por despejar. El resultado de las elecciones municipales -si gana Convergència o ERC- será determinante. Al igual que el que se produzca el 27 de septiembre, donde no solo se juega la opción de la independencia, como dicen los soberanistas, sino otras muchas cosas, entre ellas el futuro de Mas y Junqueras.

Este artículo ha sido publicado en 'Zoomnews