El eje Berlín-Londres de la austeridad

ELISEO OLIVERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La cumbre del Grupo de los Siete países más industrializados (G7) que concluyó este viernes en Japón ha sido otra oportunidad perdida para adoptar una estrategia coordinada efectiva para revitalizar la actividad económica. El eje Berlín-Londres a favor de mantener la actual y fallida política de austeridad en Europa impidió que la cumbre fuera más allá del vago y repetitivo compromiso de impulsar de forma equilibrada el crecimiento.

A pesar de que los líderes del G7 reconocen la debilidad de la economía mundial y las crecientes incertidumbres que amenazan el crecimiento, Alemania y Gran Bretaña rechazaron relajar la política de austeridad y respaldar un programa global de estímulo económico coordinado, como defendían Estados Unidos, Japón, Italia, Francia y Canadá.

El compromiso de "reforzar el crecimiento" del G7 queda diluido con la salvedad de "las circunstancias específicas de cada país" y contrarrestado por las reiteradas referencias tan queridas de Berlín y Londres a "continuar los esfuerzos para colocar la deuda a una senda sostenible" y "avanzar de forma decisiva en las reformas estructurales" (desregulación y recorte de derechos laborales).

La cancillera alemanaAngela Merkel, tiene en el primer ministro británico, David Cameron, a su más firme aliado en la defensa del mito económico de la "austeridad expansiva", que hizo recaer a Europa en una segunda recesión a finales del 2011 cuando salía tambaleándose la primera después de la crisis financiera del 2008. Merkel y Cameron se oponen a usar la inversión pública para relanzar la economía y confían que el crecimiento llegue gracias al recorte del gasto público y las reformas que disparan la precariedad laboral y el empobrecimiento de la población en Europa.

La alianza conservadora Berlín-Londres, respaldada por la Comisión Europea y los satélites alemanes (Holanda y Austria), impide el giro en la estrategia económica europea a favor de un estímulo público al crecimiento, que defienden el primer ministro italiano, Matteo Renzi, y el debilitado presidente francés, François Hollande.

El deseo de Merkel de contar con el apoyo de Cameron para no quedar aislada entre los grandes países europeos explica que cediera a sus exigencias de cara al referéndum británico de permanencia en la Unión Europea (UE) del 23 de junio, aunque viole la letra del Tratado de la UE al recortar los derechos de los trabajadores inmigrantes europeos en Gran Bretaña.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, insistió infructuosamente en el G7 del "riesgo de que la economía mundial se hunda en la crisis si no se adoptan las medidas adecuadas". Abe señaló que el freno económico que sufren los países emergentes (China, Brasil, Rusia, Sudáfrica, Argentina, Nigeria) puede anticipar "una contracción de la economía mundial" y recordó que el precio de las materias primas cayó el 55% entre el junio del 2014 y enero del 2016, el mismo porcentaje que entre julio del 2008 y enero del 2009, tras el colapso del banco Lehman Brothers que precipitó la crisis financiera y la recesión global.

HACIA LA SEGUNDA RECESIÓN

El profesor Simon Wren-Lewis de la Universidad de Oxford acaba de publicar el ensayo 'A General Theory of Austerity', en el que señala que la política de recortes impuesta en Europa en el 2010 por Alemania y la Comisión Europea, sumada a la errónea subida de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) en el 2011, precipitó la segunda recesión europea. Wren-Lewis indica que sin esos ajustes, la demanda habría sido el 10% más elevada en la eurozona en el 2013 y el producto interior bruto (PIB), el 4% más alto.

Otro análisis del Center for Economic Policy Research muestra que la política de austeridad redujo el PIB de la eurozona el 7,7% en el periodo 2011-2013 para lograr sólo una rebaja del déficit del 0,2% adicional a la que se habría logrado sin los recortes. El Fondo Monetario Internacional (FMI) también reconoció en un informe del 2014 que su exigencia de ajustes presupuestarios fue "prematura".

El profesor Wren-Lewis concluye que la crisis de la deuda griega y de la eurozona fue utilizada por los partidos conservadores para llevar adelante su agenda ideológica neoliberal de reducir el tamaño del estado y las prestaciones sociales. Wren-Lewis rechaza como falso el argumento de que la austeridad era inevitable ante la presión de los mercados y recuerda que la presión especulativa sobre la deuda se acabó cuando el BCE anunció su determinación a actuar en el 2012, algo que debería haber hecho en el 2010 pero que no hizo para forzar a los países más débiles a aceptar los primeros recortes.