Dos cosas

Manel Fuentes

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Quiero hablarles de dos cosas. Del fondo de garantía de depósitos y del fondo de reserva de las pensiones. El primero se creó en 1977 para garantizar nuestros ahorros (hoy, hasta 100.000 euros por cuenta corriente), y el segundo se instauró en el 2000 como un colchón para cuando el envejecimiento de la población comprometiera el pago de las pensiones.

Como ya saben, nuestras pensiones funcionan bastante como Afinsa o el Fórum Filatélico. Usted no está pagando su pensión, como sí pasa en algunos países del norte de Europa, sino que en este sistema piramidal cuando usted está trabajando lo que paga es la pensión de los que ahora se jubilan. No la suya. Además, la cosa hace tiempo que no funciona correctamente, puesto que del fondo ya hemos echado mano al ver que con los ingresos ordinarios no pagábamos las pensiones de nuestros mayores. En tres años el fondo ha bajado casi un 40%. El Gobierno dice que no es alarmante y que la ley ya prevé utilizarlo en caso de «déficit estructural», pero también es cierto que se ha suprimido el tope anual de retirada que fija la norma porque la emergencia es mayor. En el 2011 había 66.815 millones de euros, y ahora quedan 41.634. Y seguirá bajando, porque la estructura de las pensiones no se sostiene con nuestro actual mercado laboral pero nadie se atreve a cambiarla. El PSOE puso el tema sobre la mesa y los sindicatos le saltaron a la yugular, antes de que supiéramos de ERE y de tarjetas black, claro. Pero hay algo más inquietante, y es que el 100% de este fondo de pensiones está invertido en deuda española, con lo que, cuando necesitamos liquidez para pagar pensiones, vendemos a la baja en el mercado secundario, perdiendo así parte de los supuestos beneficios de la inversión. Sin olvidar que estamos de suerte porque Draghi ha ordenado la compra masiva de deuda pública manteniendo el precio.

El riesgo de la opción griega

El fondo de garantía de depósitos lo hemos usado para pagar a los bancos el favor de quedarse con las cajas más quebradas de nuestro sistema financiero, a través del FROB, con lo que ahora es más verdad que nunca eso de que para salir adelante hace falta confianza, porque si miras lo vacío que está ese fondo es como para ponerse a temblar. Los optimistas dirán que al menos el sistema financiero está saneado, pero si miran el balance de los bancos igual se dan cuenta de la cantidad de deuda pública que tienen en sus panzas, y entonces surgirá la pregunta: ¿qué pasaría si alguien pretendiera actuar a la griega, negándose a cumplir los compromisos adquiridos o a cambiar las reglas de la partida del endeudamiento que irresponsablemente se puso a jugar? ¿Cuánto menos valdrían los papeles de nuestra deuda si la quisiéramos reestructurar o impagar? ¿Cuánto menos nuestro fondo de pensiones? ¿Cuántos de nuestros bancos necesitarían otro rescate?