Relativismo geográfico

¿Dónde está el meridiano cero?

Más allá de nuestro entorno, solo solemos ver una lejana oscuridad vagamente inquietante

RAMON FOLCH

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La iglesia del antiguo convento franciscano de Santa Anna, en Alcover, ha sido transformada en un moderno espacio escénico, el Convent de les Arts. Está a menos de un cuarto de hora de Tarragona, Reus, Valls o Montblanc, en el corazón del Camp de Tarragona, un ámbito territorial donde viven más de 600.000 personas. Pero una prestigiosa emisora cultural anima a asistir a sus representaciones "aunque esté un poco lejos". ¿Un poco lejos de dónde...?

En 1920, los bolcheviques crearon en Siberia oriental la efímera República del Lejano Oriente (Dal'nevostóčnaya Respublika), un estado títere oportunamente interpuesto entre la naciente Unión Soviética y el siempre inquietante imperio japonés. En Chitá, que era su capital, sin duda pensarían que su república no se hallaba en ningún 'lejano oriente', sino allí mismo. ¿Como podía enseñar tanto el plumero aquellos bisoños decisores instalados e Moscú...?

PRIMACÍA BRITÁNICA  

Los ingleses no vacilaron ni un instante determinando que la numeración de los meridianos debía comenzar por el que pasaba por Greenwich, barrio de Londres, y mostrando el planisferio con el Reino Unido en el centro; por ende, Oceanía o Alaska quedaban lejísimos, relegadas al extremo de cualquier mapa. Los franceses hicieron lo propio con el meridiano de París, pero con menos fortuna: en todo mapa, se sigue hoy aceptando la primacía británica al numerar los meridianos.

Tendemos a creernos el meridiano cero de cualquier cosa, el ombligo del mundo. Ordenamos el universo a partir de nosotros. Alcover está lejos a criterio de los barceloneses y Vladivostok se halla a unos insultantes 131ºE, una longitud remota para los europeos, moscovitas incluidos. En el terreno ideológico ocurre lo mismo. Nos resultan lejana, 'et pour cause' extravagante, cualquier idea distinta de las nuestras. Más allá de nuestro meridiano, solo solemos ver una lejana oscuridad vagamente inquietante. Todos somos más o menos fundamentalistas sin darnos cuenta. Habría que pensar en ello. Sobre todo en estos días...