'Caveat'

Hay que prescribir la lectura del fenomenal libro de Joris Luyendijk Entre tiburones (Malpaso), porque es una de las mejores crónicas de cómo funciona el capitalismo por dentro, o sea, los millares de personas que trabajan en el mundo de las finanzas en la City de Londres. Se les supone responsables de sus actos por la trascendencia que tendrán sus decisiones de inversión, aunque en realidad hacen lo que les imponen sus jefes en nombre del mercado, pese a que ninguno de los dos, ni el jefe ni el empleado, entienden de los productos con los que están traficando.

Luyendijk recurre a un aforismo latino en varios pasajes del libro: caveat emptor, es decir, el comprador (emptor) ha de vigilar (cave) lo que compra. Mayor descaro, imposible. Pero esas prácticas de engaño son equiparables a las que han ejercido también las grandes marcas globales del automóvil al manipular el programa informático que regula las emisiones de los motores diésel. La paradoja es que caen las ventas de vehículos equipados con el mejor dispositivo mecánico para evitar emisiones, siempre que se hubiera usado correctamente en lugar de quienes vieron más negocio en manipularlo. Cave: los compradores de coches no quieren diésel, sin entender el riesgo mayor de las trampas que hacen quienes financian su compra.