La Diagonal sigue dando guerra

La Diagonal es una aparente anomalía en la cuadrícula de Cerdà, pero los bien informados saben que no hay en su trayectoria algo que no estuviera pensado. La llegada a sus dos extremos del tranvía generó la polémica sobre cómo conectar esa opción de transporte público en su tramo central. En los tiempos del alcalde Hereu en los que se planteó esa conexión no existía polémica sobre tal conveniencia, sino más bien sobre cómo hacerla. La cosa acabó en una consulta en la que no se discutían temas clave, la movilidad en la ciudad o la conexión del tranvía, sino el diseño de la plataforma urbana en la que combinar peatones, bicis, coches, autobuses y tranvías. Y, para complicarlo más, se añadió una tercera alternativa: ni A, ni B.

En plena crisis del gobierno Hereu, la escasa movilización general se dirigió a castigar a los que mandaban. El triunfo de la no opción se relacionó con no a la conexión del tranvía. Trias y CiU, que no se habían manifestado claramente contra la conexión, se convirtieron en abanderados de cualquier cosa menos el tranvía por la Diagonal.

Barcelona en Comú, de acuerdo con las asociaciones en defensa del transporte público y de la movilidad sostenible, situó la licitación de la conexión del tranvía por la Diagonal como medida a tomar en los primeros 100 días de gobierno. La reunión entre Mas y Colau, y el acuerdo sobre la conexión, parece dar luz verde definitiva al tema. Ahora hemos de ver cómo se procede. Lo más razonable sería empezar por el tramo de Glòries a Marina, conectando con metro Verdaguer. Y luego acometer la parte más delicada, de Cinc d'Oros a Francesc Macià, cuya reciente reforma apadrinó la asociación de comerciantes. Mientras, ya se anuncia el cierre de la avenida en el día sin coches de la Semana de la Movilidad Sostenible de octubre. La Diagonal sigue dando guerra.