La (des)unión de la izquierda

Un pacto de Podemos con IU, tabla de salvación para ambos, puede alterar el panorama electoral y conformar, esta vez sí, una mayoría de izquierdas

ENRIC HERNÀNDEZ

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Las fuerzas políticas han activado ya sus maquinarias electorales sin esperar a que la semana próxima el rey Felipe constate el monumental fracaso de la partitocracia española. Más allá del juicio que merezca a los votantes la conducta de cada líder y partido en esta frustrada legislatura, con vistas al 26-J aparece una variable que puede alterar el panorama electoral emergido del 20-D: la alianza en ciernes entre Podemos e Izquierda Unida.

De acuerdo con la proyección elaborada por el GESOP, de haber cristalizado el 20-D esta coalición hubiera sumado 14 diputados más de los cosechados por Podemos e IU por separado. Ganancia que, merced a la ley d'Hondt, hubiera ido más en detrimento del PP que del PSOE, hasta el punto de alumbrar una mayoría de izquierdas de 173 diputados. Como toda proyección es un ejercicio teórico, pero da pistas de cara al 26-J; no es seguro que esta segunda vuelta beneficie a Mariano Rajoy, ni que aleje a Pedro Sánchez de la Moncloa. 

Cabe recordar que las conversaciones entre ambas fuerzas se frustraron antes del 20-D por la negativa de Podemos a cocer una "sopa de siglas" con IU. Era cuando Íñigo Errejón y Pablo Iglesias abanderaban la transversalidad con el mantra "el eje izquierda-derecha es un juego de trileros". Cuando Carolina Bescansa retaba a Alberto Garzón a "abandonar la mochila" de IU. Y cuando el presidenciable de IU culpaba a los podemistas de "beneficiar al PP". Pelillos a la mar.

Amenazas en común

Mucho han cambiado las tornas desde entonces. De rechazar el "juego de trileros" izquierda-derecha Podemos pasó a exigir al PSOE un "gobierno de izquierdas" apuntalado por CDC y PNV. Ahora, tras forzar el adelanto electoral, Iglesias y los suyos no pueden permitirse que la decepción de parte de su electorado o de las confluencias derive en un retroceso en las urnas, de modo que el casi millón de votos pescado por IU el 20-D se presenta como un fecundo caladero. También IU tiene incentivos mundanos: la negativa a integrarse en Podemos la privó de grupo propio y de subvención estatal, disparando su deuda hasta los 10 millones. Nada como compartir amenazas para articular proyectos en común.