ANÁLISIS
Después del 'no'
Con la victoria unionista, las negociaciones sobre competencias quedan circunscritas al marco británico, sin abrir una delicada transición de ámbito internacional
Pere Vilanova
Catedrático emérito (UB).
PERE VILANOVA
La verdad es que el desenlace del referéndum sobre la permanencia o separación de Escocia del resto de Gran Bretaña, aparte de su carga emocional, tenía según el resultado varias consecuencias de dimensión internacional. De ganar el 'sí' estaba prevista una comisión mixta (británico-escocesa) para abordar durante varios meses una delicada transición. Por un lado, la relación de una Escocia independiente con varias organizaciones internacionales: no sólo la Unión Europea, también la OTAN, la OSCE o incluso Naciones Unidas. En todos los casos la admisión de Escocia como nuevo miembro necesitaba de que el Reino Unido no la vetase, teniendo un poder absoluto para ello. Dimensión internacional, por tanto.
Otro problema o cuestión delicada era qué hacer con las importantes instalaciones militares británicas en suelo escocés, y sobre todo las cruciales bases nucleares (particularmente de submarinos atómicos). Como se vio en 1992 al desaparecer la URSS, el desmantelamiento, cesión o traslado de armas nucleares no sólo es una cuestión bilateral, tiene una dimensión internacional.
Adicionalmente, y en el caso de que hubiese habido acuerdo para sacarlas de Escocia de modo técnicamente impecable, "colgaban" de esas bases e instalaciones militares varios miles de empleos indirectos, y uno se queda con la sensación que este tipo de argumentos económico-sociales pueden haber pesado mucho en la votación. O la cuestión de la moneda, bilateral, pero si el Banco Central británico hubiese dicho 'no', Escocia se quedaba sin moneda, sin banco central, sin posición neta ante los famosos mercados. Con lo cual esa cuestión de la moneda, ha pesado igualmente, sin entrar a considerar además cómo se dividiría la deuda en relación al PIB, el déficit público, etc. O la ponderación del reparto de bienes y servicios, desde la BBC hasta los ingresos del petróleo. Es decir que de haber ganado el 'sí', quedaban sobre la mesa temas de alcance (y de resolución) supraestatal, europeo e internacional, además de su trascendencia interna.
Cuestión interna
Ha ganado el 'no', de manera clara y rotunda, y la buena noticia (en términos operativos) es que la mayoría de estos temas pasan a ser --o mejor dicho, siguen siendo-- de "derecho constitucional" interno británico, en sede de instituciones británicas. Es decir, cómo renegociar competencias, cómo transferirlas, a través de diálogo político entre los gobiernos de Londres y de Edimburgo, y de procedimientos jurídicos entre el Parlamento de Westminster (el verdadero poder en última instancia) y el de Escocia. El verdadero ganador del referéndum, sin embargo es otro: el Partido Laborista. Los laboristas suelen ganar en más de cuarenta distritos electorales de los cincuenta y pico que se juegan en Escocia en elecciones al Parlamento británico. Si Escocia se fuera, los laboristas los pierden y con esta pérdida la posibilidad de ganar electoralmente a los conservadores se volvía muy remota. Porque Escocia, además de otras cosas, es un feudo laborista.
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