Dos miradas

Desoxirribonucleico

Salvador Dalí veía el ADN como una revolución apenas apuntada y ahora es el recurso de una pitonisa que intenta hacerse con su herencia

Dalí, en una imagen de 1972.

Dalí, en una imagen de 1972. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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No hay bruja (si no es de Llers) que pueda aguantar la acometida de un ampurdanés. Y las de Llers pueden porque también son ampurdanesas. Y no hay pitonisa, pues, que pueda hacer frente a la ironía pausada del doctor Narcís Bardalet, que es ampurdanés y médico forense y que, mira por dónde, es quien embalsamó el cadáver de Salvador Dalí, que ahora puede ser extraído de la sepultura faraónica donde reposa (todo un museo le hace de mausoleo) porque un juzgado de Madrid, el número 11 de primera instancia, lo ha ordenado a instancias de la misma pitonisa que trató de sacar dinero a Javier Cercas porque decía que era una de las protagonistas de Soldados de Salamina.

Bardalet, que es un hombre sabio y que trata a la muerte con una frialdad enternecedora, y que es forense al tiempo que pediatra, dice que lo más sensato, si se trata de saber si Dalí era el padre de la pitonisa, es desenterrar «al que le pagaba las facturas», es decir, al supuesto padre que la pitonisa dice que no es el suyo. Si se descubre que ese hombre es el padre verdadero, se acabó la comedia. Si no, que desentierren a Dalí.

En este caso extremo, Bardalet asegura que «ya sería curioso que ahora desenterrasen a Dalí por culpa del ADN», aquel ácido desoxirribonucleico que no se sacaba de la boca y que fue bandera de su filosofía. Él lo veía como la revolución apenas apuntada y ahora es el recurso de una pitonisa para hacerse cargo de la herencia. Bravo, Bardalet.