tú y yo somos tres

Delicioso: Bertín no rascó bola

ferran Monegal

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Ha sido el mejor programa, fruto de una combinación cósmica estupenda. Antonio Banderas hablaba y hablaba, y Bertín Osborne no rascaba bola. ¡Ahh! ¡Qué placer! Por fin el cargante entrevistador de 'Mi casa es la tuya' (T-5) se tuvo que refugiar en el papel de Don Tancredo. Con Bertín callado -solo alguna risotada, algún «¡No me digas! ¡Qué bueno!», metidas con calzador-, la entrevista se transformó en monólogo. ¡Cuánto se lo agradezco! El arranque fue también espléndido. Es esa parte del programa que fusionan las revistas 'Casa y Jardín' y 'El mueble' nos enseñaron la nueva residencia de Banderas en Ripley Village, en el condado de Surrey, al Sur-Oeste de Londres. Cristal y madera. Estupenda construcción. Con un juego de cubiertas, de tejados, muy ingenioso. Celebro haber visto por fin en este programa una arquitectura original y diferente de esas que todos los nuevos ricos le encargan a Joaquín Torres, arquitecto de moda. También ha sido estupendo no tener que soportar las forzadas posturitas de un partidito de futbolín, ni de petanca siquiera. Hombre, qué descanso, sí señores. La única concesión de Banderas fue desgranar al piano un 'blues' y una malagueña, repertorio ideal para evitar que Bertín se lanzase como un descosido, despiadadamente, sobre alguna ranchera. En la cocina tampoco rascó bola. No pudo repetir su habitual número de «coño, coño, estos fuegos no funcionan», porque solo ponía caras y hacía gestos. El que cocinó fue Banderas. Y el insoportable momento de las chicas con las chicas, o sea, cuando las esposas hacen el numerito de reunirse ellas solas y hablar un rato de hombres, tampoco sucedió. ¡Ah! Eso nos proporcionó un descanso enorme. Y nos evitó el sonrojante trance de la vergüenza ajena. Resumiendo; con Bertín out, este programa ha alcanzado una rara perfección.

Es sencilla la explicación de este maravilloso suceso. Banderas comenzó a hablar, seductor, inteligente, de algunos tramos de su existencia. Contó su etapa en el Centro Dramático Nacional. Citaba nombres (Lluís PasqualAlicia Moreno hija de Núria Espert), citaba obras ('La velada en Benicarló', 'Diálogos de la guerra de España', de Manuel Azaña, en los que salen, camuflados, NegrínLargo CaballeroIndalecio Prieto...) y, claro, Bertín le miraba con unos ojos como platos. Callaba. Mentalmente desubicado, no sabía cómo meter cullerada para no parecer ausente. ¡Esa fue nuestra gran suerte!