Opinión | EDITORIAL

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Un déficit forzoso

 La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales. 

Pese a la importancia de los recortes y de la aritmética parlamentaria que requiere la aprobación de los Presupuestos de la Generalitat para este año, su característica fundamental es el elevado déficit. El doble del objetivo para cumplir los compromisos internacionales de España. El Govern no ha querido presentar unos números con un déficit presupuestario más ajustado atendiendo a la expectativa de ingresos devengados, aunque luego se produjera alguna desviación. Ha optado por atenerse al déficit de caja, es decir, a lo que ingresará en el año -cálculo no exento tampoco de posibles desvíos-, lo que arrojará un desfase de 5.408 millones (2,66% del PIB), de los que 2.850 son imputables a la «deslealtad institucional» del Gobierno central. Madrid y la herencia del tripartito, que dejó un déficit del 3,86%, explican por qué Catalunya no cumplirá, repite el Govern.

Pero la realidad es más compleja y no se puede simplificar en elenemigo exterioreinterior.La Generalitat dejará de ingresar 611 millones por impuestos que CiU ha eliminado. También podría haber anotado como ingreso aún no recibido la parte correspondiente al fondo de competitividad, pero para eso debía alcanzar primero un acuerdo con el Gobierno central sobre la cantidad devengada. Y en su día el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, ya puso en cuestión la cifra de 1.450 millones que el Govern da por definitiva. En cualquier caso, CiU sabe que hasta ahora la imagen del Madrid que «expolia» a Catalunya le ha sido rentable, pero que en el futuro deberá llegar a un acuerdo sobre el fondo de competitividad y el calendario de su pago.

En el primer trimestre del año, Catalunya ha sido de las comunidades que menos déficit han generado, solo el 0,09%. Y aunque en la presentación de sus primeras cuentas públicas, Andreu Mas-Colell ha puesto negro sobre blanco su «firme compromiso de asumir los objetivos del pacto de estabilidad y crecimiento de la Unión Europea», como si España no tuviera nada que ver en esa obligación, sus presupuestos se parecen mucho a los de Elena Salgado. Casi idéntico recorte global si se tiene en cuenta el ajuste de la Administración central en el 2010, los mismos grandes perjudicados, similar atención al gasto social y un ajuste muy parecido en capítulos tan sensibles como el de cultura. Incluso igual o más voluntaristas en cuanto al crecimiento, un 2,1% en Catalunya frente al 1,3% en el conjunto de España.