Ideas

Cumpleaños feliz

ÓSCAR LÓPEZ

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Cualquier excusa es buena para recordar a alguien. Y para vender más, también. Está el panorama tan complicado que los responsables de márketing buscan argumentos y excusas que fijen nuestra atención y nos lancen de bruces al consumo. Lo literario no es una excepción. Tampoco debería serlo, pero hemos llegado a un punto en que los periodistas culturales, críticos, libreros y prescriptores de toda condición, no bastamos para lograr los objetivos previstos. Por ello, y agudizado por la crisis, los aniversarios se han puesto de moda.

Poco importa que el guarismo sea más o menos redondo y justificable. Así que juro por mi colección completa de Astérix que no he tardado ni cinco minutos en poner negro sobre blanco los primeros que se me han venido a la cabeza. A saber: movidas en el Reino Unido con los 450 años del nacimiento de Shakespeare; en la Feria del Libro de Madrid disfrutaremos de veladas literarias por el centenario de Octavio Paz y los 30 años de la muerte de Jorge Guillén, además de celebrar el 14 de junio los 20 de Manolito Gafotas; el 26 de agosto deberíamos leer algún cuento de Cortázar porque ese día llega a la centuria; y, cómo no, releer en su centenario, Platero y yo de Juan Ramón Jiménez y Tarzán de los monos de Edgard Rice Burroughs.  También llega a los 100 su tocayo de apellido, William Burroughs, el de la beat generation, pero solo a los 25 Los pilares de la tierra de Ken Follet con una edición ad hoc. Claro que no todos los cumpleaños tienen el mismo valor. Los hay que serán recordados en fajas, portadas, reseñas y hasta en actos de toda índole por la geografía planetaria, y otros que deberán conformarse con el breve que inserte en cualquier lugar el fan de turno.

Así que, con su permiso, voy a encender una vela por una novela que cumple 20 años, y cuya lectura me permitió conocer a un escritor de gran talento que jamás debería pasar al olvido. Háganse un favor y recuperen Frontera Sur del añorado Horacio Vázquez-Rial. A menudo, los homenajes literarios en la intimidad de un sillón saben mejor que bajo la pirotecnia de los grandes fastos.