Editorial

Cuba se asoma al futuro

Los cubanos piensan antes que nada en mejorar sus situación económica degradada por un régimen ineficaz

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La sonora tribuna antiimperialista levantada en La Habana frente la Sección de Intereses norteamericanos ha callado. EEUU ya no es el país imperialista yanqui. Ahora es «el vecino del norte». El lenguaje indica el gran cambio registrado en las relaciones entre Washington y La Habana desde que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro anunciaran hace escasamente siete semanas la normalización de relaciones. Es un cambio necesario, pero de momento lo distinto es la atmósfera. Las cuestiones de fondo reclamarán mucho tiempo. Este era el principal mensaje tras la primera reunión oficial entre ambos países. Es sabido que la normalización solo será completa con el fin del embargo. Que acabe o no depende del Congreso de EEUU dominado por los republicanos que, hoy por hoy, no están por esta labor. Obama, con un legado en política exterior más bien escaso, busca el éxito de su iniciativa para mejorarlo. Conociendo esta necesidad del estadounidense, el presidente cubano le emplaza a acabar con el embargo mediante las amplias facultades ejecutivas que tiene Obama y reclama la devolución de Guantánamo y una compensación por los daños infligidos a la isla.

En el largo tira y afloja que se anuncia, la democratización de la isla tendrá poca cabida. Antes que en el cambio político, los propios cubanos piensan primero en mejorar su situación económica degradada por un régimen ineficaz que ha tenido en el embargo estadounidense la mejor excusa para tapar su incompetencia económica. La negociación entre EEUU y Cuba será más fácil sin entrar en el terreno de los derechos y las libertades, pero este no debe ser argumento para neutralizar a la disidencia que ya aparece dividida ante el cambio que se avecina entre quienes consideran que el nuevo clima solo favorece al régimen castrista y aquellos más posibilistas que ven en la nueva situación el camino a seguir para alcanzar, aunque sea lentamente, un cambio democrático. Esta ausencia de discusión sobre derechos y libertades con EEUU debe ser ocupada por la UE para impulsar la negociación del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación propuesto por Bruselas hace casi un año en sustitución de la llamada Posición Común europea que supeditaba cualquier diálogo al avance democrático y que obtuvo resultados más que exiguos.