Crisis y voluntariado

Si queremos un tercer sector autónomo y con agenda propia es necesario conectar con la sociedad

Unos voluntarios clasifican víveres procedentes del Gran Recapte en la sede del Banc dels Aliments, el 2 de diciembre.

Unos voluntarios clasifican víveres procedentes del Gran Recapte en la sede del Banc dels Aliments, el 2 de diciembre.

RAFAEL RUIZ DE GAUNA

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En este contexto de crisis moral, económica y social, ¿está en crisis también el voluntariado? A lo largo de estos años, se ha hablado mucho de los nuevos escenarios sociales que se están configurando, de las situaciones de desigualdades y del sufrimiento de muchas personas. Pero ¿qué papel debe jugar el voluntariado en esta nueva época?

De entrada, consideramos que debe haber una absoluta apuesta por los derechos sociales, para poder garantizar unos mínimos vitales a las personas y velar por la igualdad de oportunidades, por dignidad y solidaridad humana, por cohesión social, y por razones económicas (inversión social), con un sistema fiscal justo y transparente.

Ahora bien, seguramente estamos en un momento en el que debemos priorizar qué necesidades atendemos con los recursos que disponemos del Estado del bienestar. Una priorización que debe realizarse por las circunstancias económicas actuales, pero también por la concepción del sector social. Y es que consideramos que no podemos dejar toda la responsabilidad en manos del Estado, dado que se acaba generando una desmovilización social y democrática, ni en manos únicamente de la sociedad. De hecho, un buen equilibrio (aunque sea inestable por definición) puede ser la mejor opción.

Las entidades sociales en los años de bonanza nos hemos olvidado de conectar suficientemente con la sociedad. Hemos ido detrás de las iniciativas públicas donde había recursos económicos. Y hemos olvidado que desde hace más de un siglo, la fuerza de muchas entidades (asociaciones especialmente) estaban en las personas, en la adhesión y vinculación de muchos ciudadanos y ciudadanas a causas de interés general para promover el bien común. Al dedicar horas personales para responder a necesidades y mejorar el funcionamiento social, articuladas a través del voluntariado en sus múltiples expresiones.

Debemos recuperar de nuevo la iniciativa, en todos los aspectos sociales, también en la solidaridad y ver cómo canalizamos estas energías. Y no debemos esperar a pedir una subvención o que salga la convocatoria, hay que estar convencidos de la necesidad, conectar con las personas, organizarlas y movilizarlas. Tanto en lo referente a la captación de recursos económicos (difícil en este momento), como para pedir horas de voluntariado. Estos meses se ha hablado ampliamente de la dependencia de las entidades de las administraciones públicas. Disponer de personas comprometidas con nuestra misión es una manera magnífica de ganar en esta autonomía que la crisis nos ha desvelado.

Sin embargo, también es importante recuperar una gestión profesional del voluntariado. No solo valen las buenas intenciones, sino hay rigor y velar por la satisfacción de las personas que colaboran y ser útiles socialmente. Aquí vale la pena mencionar que las entidades deben definir su política de voluntariado, fijando si se da el caso, complementariedad con la actuación profesional y trabajando la relación con las personas remuneradas de manera que sean una orquesta sincronizada. Puede ilustrar esta propuesta las diferentes etapas del ciclo del voluntariado y buenas prácticas recogidas en una publicación de la Obra Social de La Caixa.

Si queremos un tercer sector autónomo y con agenda propia es necesario conectar con la sociedad y estimular la colaboración en forma de voluntariado, recuperando la vitalidad de ciertos movimientos sociales.