Por qué nacimos para correr

Lo mejor del libro 'Born to run', las memorias de Bruce Springsteen, es que no es una sucesión de anécdotas coloristas del tipo así conocí a Clemons o así me ligué a Patti, sino que constituye un testimonio que ayuda a comprender mucho mejor la obra y la evolución del músico norteamericano. Los pasajes dedicados a la siniestra relación con su padre dan una nueva perspectiva a canciones como 'Adam raised a Cain' o 'My father’s house'. El relato de las miserias sufridas por Bruce y sus músicos cuando eran una banda de bar que luchaba dólar a dólar por los tugurios de Asbury Park explican la atmósfera de algunos de sus clásicos ('Jungleland', 'Growin’ up'). La urgencia por salir del ambiente «paleto» de New Jersey está en el origen de su primer gran éxito, que da título al libro. «Cariño, esta ciudad te rompe los huesos de la espalda, es una trampa mortal (...) Salgamos mientras seamos jovenes, porque los vagabundos como nosotros, nena, hemos nacido para correr». 

Lo que más puede sorprender a los fans del Boss que se acerquen a estas memorias es la dureza de su infancia, adolescencia y primera juventud. Una historia más –bien escrita y muy amena– del niño de clase trabajadora que acaba en la cima merced al esfuerzo y al talento. Pero en su caso, el sueño americano está jalonado por episodios amargos de muerte, depresión y desengaño.

HISTORIAS DE OBREROS

Si Bruce ha contado tantas historias de obreros ('Youngstown', 'Atlantic City') es porque conoce ese mundo de primera mano, desde que de niño vio cómo se cerraba la fábrica de alfombras de Freehold donde trabajaba su padre. Debajo del Springsteen 'celebrity' que ayer firmaba libros en Londres y se hacía fotos con sus admiradores está ese otro que nos presenta su libro: un hombre con sus debilidades y sus dudas, sus embustes y sus obsesiones. Alguien que se ha enfrentado muchas veces a los miles de personas «que aúllan y te esperan para que les hagas un truco de magia».