Codicia

La cumbre urgente de la UE sobre los refugiados se demora 15 días. Durante ese tiempo, 150 personas más habrán muerto tratando de llegar a Europa. Quizá la cifra aumente si las mafias perseveran en su negocio de compraventa de esperanza. Ellas no necesitan cumbres ni mucho menos demoras. Las ávidas redes de la codicia humana saben que no hay tiempo que perder. Cuanto mayor es la desesperación, más sustanciosos los beneficios.

Durante estos 15 días, la codicia incrementará sus réditos, mientras que la UE sigue aletargada, postergando una política de asilo que tiene la obligación legal -no solo ética- de cumplir. Pero, más allá de la emergencia, el problema persistirá. Las leyes que distinguen entre los que huyen de la guerra y los que escapan de la pobreza son humanamente inaceptables. Como escribió la autora somalí-británica Warsan Shire: «Nadie pone a sus hijos en un bote a no ser que el agua sea más segura que la tierra. Nadie pasa días y noches en las tripas de un camión, alimentándose de papel de periódico a no ser que las millas viajadas signifiquen más que un viaje. Nadie gatea bajo alambradas, nadie quiere ser golpeado ni despertar compasión. Nadie escoge campos de refugiados».

Nadie elige morir. El alud de personas no se detendrá. Europa debe decidir de qué lado está. Si asume el reto y diseña una solución con amplitud de miras o si permite que la codicia siga alimentándose de vidas humanas.