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Claroscuro de Lloret

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La mala fama de Lloret de Mar como destino turístico masificado, ruidoso y problemático engendró, hace ya algunos años, el términolloretizacióncomo sinónimo de degradación de la vida cotidiana de un enclave cuya economía gravita en torno al ocio vacacional. Y aunque a los habitantes de esta población de la Costa Brava les disgusta que se la asocie al alboroto y el conflicto, los graves disturbios del verano del 2011-con un menor apuñalado en la calle y duros enfrentamientos de los Mossos con centenares de jóvenes con gran exceso de alcohol en el cuerpo- confirmaron que no era algo erróneo o injusto.

Aquellos altercados significaron un punto de inflexión. El Ayuntamiento de Lloret afrontó entonces, por primera vez de forma convincente, la necesidad de poner coto a la situación y aprobó un plan de choque y una ordenanza cívica que este año han permitido reducir notablemente los incidentes. Pero se trata de una estrategia que para que sea efectiva debe ser persistente y contar con la complicidad de otras administraciones y los empresarios del sector turístico. Muchos de estos han realizado un esfuerzo para acabar con prácticas muy extendidas como la sobreocupación de plazas hoteleras, pero otros, en cambio, han persistido en ella y en eltodo incluidoa precios de saldo, con la barra libre de un alcohol de bajísima calidad como inflamable reclamo. La presión policial en la calle para evitar desmanes ha trasladado al interior de algunos de estos hoteles las escenas de desenfreno y salvajismo. Y es en este punto donde hay que exigir a la Generalitat que ejerza con contundencia sus competencias para perseguir eloverbookingy la promoción, por parte de los turoperadores, de Lloret como la Gomorra catalana.

No le ha sido fácil a Lloret dar estos primeros pasos hacia la normalización de su imagen y su oferta turística. Y no le será fácil seguir por esta senda cuando la grave crisis económica acentúa la competencia con otros destinos del Mediterráneo. Pero no solo es el camino adecuado, sino el único que puede garantizar que el turismo seguirá aportando riqueza a la población a medio plazo. Otras zonas turísticas de la costa catalana hicieron antes ese tránsito y pueden hoy encarar con más optimismo el futuro.