Opinión | Editorial

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CiU logra la hegemonía y el PP arrasa

 La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

CiU consolidó ayer en las elecciones municipales el dominio que logró en las últimas autonómicas de noviembre. Si el test para valorar si todo el poder en Catalunya iba a estar en manos de CiU era Barcelona, la federación nacionalista lo ha superado con nota alta: Xavier Trias, que gana tres concejales hasta conseguir 15, será el nuevo alcalde, mientras que Jordi Hereu pierde el mismo número de escaños y dejará el sillón que su partido, el PSC, ha ocupado durante 32 años.

Este prolongado mandato, unido a la ola conservadora que arrasa en Catalunya y en toda España, es probablemente la razón principal de la derrota de Hereu. El alcalde ha hecho una campaña digna, ha recuperado seguramente parte de los votos que hace unos meses se le daban por perdidos, sobre todo con su resurrección en las primarias socialistas, pero al final todo ha quedado en la reanimación que muchas veces precede al hundimiento. El mismo recurso a las primarias indica que Hereu no contaba con el apoyo de la dirección del PSC, una dificultad más a sumar al peso del pasado y a los errores cometidos durante el mandato. Trias recibe el premio a su constancia y a su trabajo en la oposición, frente a tantas huidas por el foro de otros anteriores candidatos de CiU.

Pero el triunfo de CiU no se limita ni mucho menos a Barcelona. Gobernará también en Girona -la otra única capital de provincia que llevaba 32 años con alcaldes socialistas- y conquista además la Diputación de Barcelona, un dato que por sí solo simboliza la magnitud de la derrota del PSC. Por primera vez en unas municipales, CiU obtiene más votos que el PSC, ventaja que se suma al predominio en número de concejales. Los resultados demuestran que la «mayoría silenciosa» de la que hablaba Artur Mas no se ha dejado influir por la agitación frente a los recortes del Govern.

Entre los partidos menores, ICV se mantiene en Catalunya, con el aumento de dos concejales en Barcelona, mientras que ERC sufre un doloroso retroceso, que ratifica el encajado en las autonómicas. En número total de concejales, apenas pierde 200, pero ERC vuelve a ser un partido rural, ya que queda fuera de los ayuntamientos de Girona, Tarragona y Lleida y sus cuatro regidores de Barcelona se reducen a la mitad.

Este descenso hace que el PP, en número de votos, pase a ser la tercera fuerza. El PP se impone en Badalona, la tercera ciudad de Catalunya, aunque a costa de haber protagonizado una campaña xenófoba. La entrada de listas xenófobas en numerosos ayuntamientos es uno de los brotes preocupantes de estas elecciones.

España se rinde al PP

En el conjunto de España, la victoria del PP es un auténtico tsunami, que arrasa al PSOE en casi todo el mapa autonómico. Los socialistas no solo pierden Castilla-La Mancha, la madre de todas las batallas de estos comicios, que gana con mayoría absoluta María Dolores de Cospedal, sino que quedan segundos en Extremadura, aunque podrán conservarla con el apoyo de IU. Baleares también cambia de bando, con mayoría absoluta del PP, pese al destape de la corrupción de la etapa de Jaume Matas, corrupción que no ha impedido que Francisco Camps aumente sus escaños en Valencia, donde el PP aplasta al PSOE, igual que en Madrid o en Sevilla.

El PSOE perderá probablemente asimismo Aragón y Asturias. En Aragón, quizá el Parlamento más complicado, el PP puede recuperar el Gobierno si pacta con el Partido Aragonés, mientras que, en Asturias, los socialistas quedan relegados al segundo lugar por la la irrupción del partido de Álvarez-Cascos, que pasa a ser la primera fuerza de la comunidad.

La otra irrupción de la noche es la de Bildu en Euskadi, que será la formación con más concejales, por delante del PNV, triunfador en votos. Es otro tsunami que ojalá sirva para confirmar a los antiguos amigos de ETA que la vía democrática es la única válida para hacer política.