Los SÁBADOS, CIENCIA

Ciencia y religión

Se puede ser un buen científico y haber desarrollado una visión del mundo que incluya una creencia

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PERE PUIGDOMÈNECH

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Podría parecer que hablar de ciencia y religión es una cuestión superada. Incluso alguien piensa que no se puede hablar de religión desde el punto de vista del científico. Pero cuando se habla de las consecuencias de la ciencia y sus aplicaciones, sobre todo a la luz de la biología moderna, la pregunta sale de forma recurrente y sigue habiendo conflictos abiertos o larvados entre estos dos ámbitos de nuestra concepción del mundo.

Desde el punto de vista de la práctica científica es posible que esta sea una polémica superada. Una anécdota histórica nos lo demostraría. Durante el siglo XVIII la física de Newton había demostrado su potencia para explicar los movimientos de los astros.  El físico francés Pierre-Simon Laplace presentó uno de sus libros sobre el movimiento de los astros al emperador Napoleón. Después de leer el libro, por lo visto el emperador preguntó a Laplace por qué Dios no aparecía en ninguna parte. Laplace le respondió: «Es una hipótesis que no necesito». De esta manera, Laplace resume la actitud que, en el desarrollo de su actividad, adopta el científico.

CUANDO un profesional de la ciencia piensa en cómo explicar el asunto que está estudiando, sería contradictorio que introdujera la acción de un ser superior en sus teorías. Desde este punto de vista podríamos concluir que los científicos han de ser necesariamente no religiosos. La realidad nos demuestra que no siempre es así. La revista Nature ha hecho de forma periódica encuestas sobre las creencias religiosas de los científicos. Su conclusión es que el porcentaje de científicos que declaran una creencia religiosa fue disminuyendo durante el siglo XX, pero que actualmente en los países anglosajones un 25% de los profesionales de la ciencia afirman creer de alguna manera en la existencia en un ser superior. Por otra parte, cualquiera que tenga relación con la comunidad científica habrá conocido prominentes científicos que profesan alguna religión. Por tanto, la experiencia demuestra que se puede ser un buen científico y haber desarrollado una visión del mundo que incluye la religión.

De todos modos, es cierto que de forma periódica se presenta algún tipo de conflicto entre ciencia y religión. El caso más clásico se da cuando algún creyente encuentra que un cierto aspecto de la ciencia contradice lo que cree. La teoría de la evolución es un ejemplo típico. En la actualidad tenemos teorías sólidas para explicar el origen del universo, el origen de la vida y la evolución de las especies, pero para quienes practican algunas religiones el mundo es una creación divina y no el producto de la evolución. Es un tema que plantea un conflicto recurrente; por ejemplo, cuando se discute la manera en que se enseña la biología.

Debido a los conflictos que se han presentado, hay científicos que tienen una actitud activa de oposición a la religión, y eso se ha convertido incluso en objeto de investigación. La antropología, por ejemplo, demostraría que muchas de las religiones que se practican actualmente aparecieron hace 2.000 años en el momento en que se construían sociedades complejas. Incluso alguien ha propuesto que existen genes que predisponen a la creencia religiosa. Por lo tanto, la religión sería un producto más de la evolución de nuestra sociedad y de nuestro sistema nervioso e incluso no tendría sentido en el mundo actual, lo que entra claramente en conflicto con aquellos que son creyentes. Es posible que haya un porcentaje de científicos que son creyentes, otro que son activistas en contra de la religión y seguramente una mayoría que tienen una actitud agnóstica.

EN DIFERENTES periodos históricos la ciencia ha topado con fuertes resistencias de las iglesias, que veían en ella, posiblemente con razón, una amenaza a su poder. Y son bien conocidos los casos de persecuciones por proponer alguna teoría científica o alguna nueva aplicación de la ciencia. Actualmente ha habido conflictos no tan virulentos, como los que tienen que ver con la evolución biológica o con los usos de las técnicas de reproducción asistida, y es posible que se planteen otros con los avances en neurobiología.

La aplicación del método de análisis racional de la realidad que está en la base la ciencia nos está permitiendo explicar el universo en el que vivimos con detalle y precisión. Las teorías que se han ido definiendo pueden haber chocado con algunas creencias religiosas y es posible que eso siga pasando. La experiencia demuestra que hay individuos que acomodan ciencia y religión a su manera de vivir. Las sociedades laicas modernas basan también su funcionamiento en acomodar, con tolerancia, el funcionamiento de la ciencia (y de la política) en ámbitos autónomos respecto de las creencias personales, incluyendo las religiosas. Cuando esto se acepta, en lugar de un conflicto se produce una confrontación libre de ideas de la que todos podemos salir enriquecidos.