Cazando a Messi

Messi posa junto al escudo del Barça, tras renovar con el club, el pasado febrero en las oficinas del Camp Nou

Messi posa junto al escudo del Barça, tras renovar con el club, el pasado febrero en las oficinas del Camp Nou

ALBERT MARTÍN VIDAL

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A lo largo de los años hay algunas cosas que hemos llegado a entender sobre la figura del directivo barcelonista. También hay dudas que permanecen. Una de las que más desvelos causa es la siguiente: ¿A esta gente le gusta el fútbol? Entiéndanme bien. No nos referimos aquí al fútbol como consumo de canapés, ni al ejercicio de telefonear a periodistas como si fueran mayordomos. Hablamos del cosquilleo de ver una pelota, de dar toquecitos, de chutar a una portería vacía, de ponerse un peto húmedo, de jugar bajo la lluvia.

Esta semana Javier Faus nos han dado algo de luz a este respecto. El vicepresidente económico del club hizo unas declaraciones en que cuestionaba la necesidad de renovar a Messi, aduciendo que ya se le mejoró el contrato hace seis meses. Su razonamiento no tiene nada de malo y de hecho habría que agradecer a los mandatarios de un club que no tengan una Doña Cecilia tatuada en la espalda.

"Sería bueno que la junta explicara qué beneficio obtiene el club molestando a su mejor jugador, si beneficia a la entidad que el mejor futbolista del planeta se largue, si les parece bien el acoso mediático a Messi y si todo ello guarda alguna relación con el proyecto de reforma del Estadi"

El problema radica en que lo dijo en público --incomodando al entorno del futbolista, cuando para eso ya está la Fiscalía-- y en que lo hizo con un desdén mayúsculo. Por si Faus lo ignora --no se puede dar todo por sabido-- Messi es el de los cuatro Balones de Oro, tres Champions y dos Mundialitos de clubes, el que será muy pronto y con sólo 26 años el máximo goleador de la historia de este club centenario; para algunos el mejor futbolista de siempre, para otros sólo alguien que les alargó la vida. En el planeta fútbol, solo Mourinho y sus macarras hablan del diez azulgrana sin el debido respeto. A ellos se ha sumado el vicepresidente, que siseó el nombre de Messi como si hablara de Karanka, Tamudo o Duckadam. 

Ignoramos cuáles son las aficiones de Faus, pero muchos apostaríamos un Hotel Vela a que no siente la menor emoción cuando ve al argentino dejar atrás rivales. Seamos justos, a cada quien le gusta lo que le gusta, los hay que gozan más del alegre trote de los jamelgos del Club de Polo o de una buena aria en el Liceu: es un país libre. Pero sí habría que recordarle a Faus que en esto del fútbol la ley sagrada de un vestuario es que el número uno cobra más que el dos y que no fue Messi, desde luego, quien decidió que 40 millones del fichaje de Neymar acabaran en paradero desconocido, por lo que entra dentro de la normalidad que la Bestia Parda desconfíe y exija que se le resitúe donde le corresponde en la escala salarial.

También vale la pena apuntar que ciertos medios han debatido precisamente esta semana sobre la conveniencia de renovar a Messi y han presentado asombrosos infográficos en los que la venta del diez pagaba un tercio del nuevo Camp Nou, proyecto urbanístico que jamás un socio ha reclamado y que -¿por qué será?- una directiva tras otra pone sobre la mesa. Todo ello abre dudas. Sería bueno que la junta explicara qué beneficio obtiene el club molestando a su mejor jugador, si beneficia a la entidad que el mejor futbolista del planeta se largue, si les parece bien el acoso mediático a Messi y si todo ello guarda alguna relación con el proyecto de reforma del Estadi. Para zanjar este feo asunto, también convendría que alguien que haya gritado alguna vez un gol le explique a Faus y al resto de la tropa que dentro de 100 años seguiremos hablando de Messi con veneración y lágrimas en los ojos, que Messi es infinitamente más importante que cualquier directivo que haya pisado esta casa, y que no nos imaginamos un mundo sin él. Podría añadirse que todo aquel a quien haya que explicarle esto es o bien un perfecto analfabeto futbolístico o bien alguien que acaba de desenfundar la calculadora.