La rueda

Catalunya puede esperar

ANTÓN Losada

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Hace nada, una gran mayoría votó en Catalunya a favor del derecho a decidir y de un nuevo diseño institucional para el país. El Congreso ha contestado que se olviden, que ni hablar, que Catalunya puede esperar porque ahora mismo ellos están ocupados con sus propios jaleos. Una vez más, en la democracia española se puede hablar de todo pero al final en Madrid siempre te dicen que no.

El PP intuye cada día más cercano un encausamiento por financiación ilegal. Entre pasarse el día rectificando las innovaciones laborales de Carlos Floriano y María Dolores de Cospedal o sacar la Constitución y la bandera de España para poner a los nacionalistas catalanes en su sitio, la segunda opción gana por goleada. Cuando González Pons pregunta a quién queremos creer, si al PP o a Bárcenas, en realidad no quiere saber la respuesta. Cuando los populares hablan de Catalunya, tampoco desean conocer la solución. Solo buscan un parapeto donde guarecerse de la lluvia ácida de corrupción.

Los socialistas están más preocupados por sus batallas internas que por dar respuesta a la demanda catalana. Unos y otros han visto una oportunidad para practicar un poco de lucha en el barro por el liderazgo. La prioridad no reside en resolver con política un problema político. El objetivo es dejar claro quién manda.

Alguien debería empezar a preguntarse en ambos partidos mayoritarios si de verdad creen que pueden gobernar España relegados a ser cuarta o quinta fuerza política en Catalunya o en Euskadi. Deberían plantearse si resultan elegidos para hacer posibles las aspiraciones de los votantes o para decirles lo que no pueden hacer.

Cuando la estrategia trabaja al servicio de la política, las cosas pueden cambiar. Cuando la política se construye al dictado de la estrategia, el resultado es un desastre.