AL CONTRATAQUE

Tic, tac, tic, tac

En Catalunya estamos a la espera de que pase algo, pero nadie sabe qué. Es una mala situación. Ni los gobernantes de Junts pel Sí saben con demasiada precisión a qué están esperando

Artur Mas, a las puertas del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, el pasado 8 de febrero.

Artur Mas, a las puertas del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, el pasado 8 de febrero. / periodico

ANTONIO FRANCO

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En Catalunya estamos a la espera de que pase algo, pero nadie sabe qué. Es una mala situación. No ayuda nada a sobrellevar esa espera el que la mayoría de los ciudadanos tenga la impresión de que los gobernantes de Junts pel Sí, que dirigen el 'procés', tampoco saben con demasiada precisión a qué están esperando. 

Pero parece que ellos esperan algo. A mí me pareció, por ejemplo, que cuando Artur Mas subía solemnemente las escaleras de la calle hacia la sala del tribunal que iba a juzgarle echó un significativo vistazo hacia atrás. Quizá deseaba ver si la media Catalunya que evidentemente  no le quiere se había sumado a última hora a la manifestación organizada para protestar contra el procesamiento de quien era también su expresidente. Pero esa media Catalunya no llegó. 

Aquella mirada tiene otras lecturas. Un psicólogo me explicó la suya: Mas escudriñaba subliminalmente para ver si a última hora se recortaba por fin en el Arc del Triomf la silueta de la policía armada a caballo, aquellos legendarios grises malparidos del franquismo, dispuestos a exhibir violencia gratuita contra los protestantes pacíficos. Tampoco llegaron. Rajoy es más listo de lo que parece: no sabe gobernar con equidad pero sabe ganar. Si los grises hubiesen hecho acto de presencia sí que estaríamos diciendo que allí pasó algo. Pero no: solo se juzgó una desobediencia técnica. Yo continúo dándole vueltas a esa desobediencia. Tengo la convicción de que Mas, Homs y compañía no querían obedecer sino desobedecer sin incurrir técnicamente en delito. Nadie solvente me lo desmiente. 

CRONÓMETRO DIABÓLICO

Esperamos. ¿Qué pasará? Junts pel Sí tuvo la imprudencia de poner en marcha ese cronómetro diabólico de la independencia gratis y sin problemas en 18 meses. Luego tuvo el cuidado de relajar su promesa: no tienen por qué ser exactamente 18 meses, no tiene por qué ser exactamente llegar a la independencia (sino «llevar a Catalunya a las puertas de la independencia», que no es lo mismo”), y se da por supuesto que venga lo que venga, incluso si es la continuidad, no será ni gratis ni sin problemas. Pero eso ahora parecen detalles secundarios. Y el tictac continúa en marcha. 

Se intentan cosas para forzar que pase algo, como esa propuesta de Puigdemont de dar una conferencia en el Senado (hablar y que le escuchen) aunque rechace un debate (que hablen todos). Pero ni con conferencia ni con debate cambiaría nada. Han de pasar otras cosas pero no nos las anuncian. Seguiremos atentamente las miradas de Artur Mas. ¿Qué espera que pase? Porque ni la otra media Catalunya parece dispuesta a mover ni un 3% sus posturas contra lo que representa, ni la policía armada parece prepararse para sustituir a los jueces.