Gente corriente

Catalina Cabré: «Es increíble cómo se puede querer un trozo de madera»

Timonel del 'Patapum¿. Ha sido la dueña de una barca única en cuyo casco de madera resuena un siglo de historia marinera

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Gemma Tramullas

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Si le ataca la añoranza, Catalina corre al Museu Marítim y allí, tras las cristaleras, admira a su queridoPatapum, que durante 77 años surcó las aguas del Alt Empordà. Es un modelo único, hecho a imagen de una embarcación de pesca pero con cabina, una de las primeras barcas familiares de paseo de la costa catalana, que hasta entonces solo desvelaba sus secretos a los pescadores. Hoy está siendo restaurado en las atarazanas para botarlo en el puerto de Barcelona como patrimonio del museo.

-¿Viene a menudo?

-El día que me levanto un poco agobiada o nostálgica, cojo el metro y vengo al museo. Entro, me quedo mirando un rato alPatapumy ya está, ya se me ha pasado todo. Es increíble cómo se puede llegar a querer un trozo de madera y eso que yo no soy de encariñarme con las cosas.

-El Patapum es como de la familia.

-Es como un hijo mío. Con él hemos navegado cuatro generaciones: mis padres, mi marido y yo, mis hijas y mis nietos. Últimamente iba tan cargado de niños que parecía una golondrina.

-¿Su primer recuerdo a bordo?

-De antes de la guerra no me acuerdo, era muy pequeña. Porque yo nací en el año 31, como elPatapum.

-¡Tienen la misma edad!

-Sí, 81 años. Solo que alPatapumle han hecho una cirugía estética completa... Se botó el 6 de agosto de 1931 y yo nací el 20 de agosto. Mi padre era agente de aduanas, trabajaba en Portbou y la mandó hacer a un calafate de Llançà. En aquella época, era la embarcación de paseo más grande del puerto.

-En los pueblos pesqueros del Alt Empordà todo el mundo lo conocía.

-Tenía un navegar tan bonito... Verlo cortar el agua era un espectáculo. Durante muchos años, salía siempre del puerto de Portbou a las 12 en punto y volvía a las dos y media. La gente ponía el reloj a la hora con elPatapum. Se hacía simpático ya desde el mismo nombre y rescató a mucha gente.

-¿Cómo es eso?

-En aquellos años no había barcos grandes en el puerto, ni móviles, ni bengalas, ni se tenían dos motores. Si alguien se quedaba tirado, ¿quién salía al rescate? ElPatapum. Durante la guerra sirvió de guardacostas. Los de la CNT nos lo requisaron, lo pintaron de gris y le pusieron una ametralladora en la cubierta de proa. Lo abandonaron en Banyuls, donde un tío mío lo encontró.

-Se conocerá la costa como la palma de su mano.

-Jamás fui a la playa, pero podría dibujar cada banco de rocas, cada cala, desde Portbou hasta Cerbère [Francia] y la punta del cabo de Creus.

-¿Quién llevaba el timón?

-Yo. Era una fiera al timón; no se lo dejaba a nadie. Montaba los aparejos de pesca -las cañas, los volantines...- y pescaba montones de cabrillas, oncellas y salmonetes con los que hacíamosfumet. Mi padre sacaba meros gigantes, mi madre a los 70 años aún se tiraba desde la cubierta con las esparteñas puestas y volvía cargada de mejillones y mi marido pescaba ostras. Mi padre era muy espléndido, invitaba a bordo a todo el mundo. Aún conservamos una foto del escritor Josep Maria de Sagarra en elPatapum.

-¿Cuándo dejó de navegar?

-En el 2007. Yo ya no podía llevarlo y costaba mucho dinero mantenerlo.

-¿Por qué no lo vendieron?

-¿Venderlo? De ninguna manera, no hubiera soportado ver alPatapumen manos extrañas. Hubiera preferido llevarlo mar adentro y hundirlo, como se hacía antes. Fue providencial que, a través de mi yerno, el director del Museu Marítim se enterara de su existencia. Vinieron a verlo a Portbou y, a los 15 días, se lo llevaron en un camión.

-¿De quién es el Patapumahora?

-Del museo. Me lo compraron por un euro simbólico. Gilles, el maestro de aja [carpintero de embarcaciones] que lo está restaurando igual que se hacía hace 100 años, me dijo que el día que lo vuelvan a botar en el puerto iremos a bordo solo él y yo.

-No podía tener un mejor final.

-Estoy muy contenta del final que le he dado alPatapum. Se lo merecía, porque nos ha hecho muy felices.