LA CORTINA DE HUMO

Va de casas grandes

TONI AIRA

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Si mañana alguien desde la política invitara a «abrir fronteras» que separan la sociedad y a «levantar la moral y la calidad del país», muchos pedirían dónde hay que firmar. Pero la apelación, todavía de primera necesidad, no es de ahora, sino de septiembre del 2007, y la verbalizó Artur Mas, con la voluntad oficial de «refundar el catalanismo» y con la más prosaica de tratar de divisar un poco de luz en el horizonte. Hacía un año que por segunda vez consecutiva había ganado unas elecciones pero tenía que conformarse con ser jefe de la oposición. Y entonces nació el proyecto de la Casa Gran del Catalanisme. Su traslación práctica para intentar abrir el discurso y las costuras de CiU fue la Fundación Catdem, la histórica Trias Fargas renovada y con Agustí Colomines de director.

De pocos think tanks del país se ha hablado tanto en los últimos años. No ha dejado indiferente, se ha hecho notar. Como su director. Y los recelos que ha levantado dicen mucho del proyecto. No ha gustado ni a quienes querían la CiU tradicional con el discurso y las fronteras de siempre (donde se sentían confortables), ni a quienes lo vieron como una amenaza de OPA hostil a parte de su espacio. Ahora habrá que ver si esta tarea se reimpulsa o si pasa a asumir el rol discreto que describe la mayoría de los laboratorios de ideas en nuestro mapa político.

Colomines lo deja y ya suenan nombres para su relevo. Uno con fuerza: Ferran Sáez Mateu, profesor de prestigio En todo caso, esta vez parece que la operación no escapará al control de Oriol Pujol. Ya no es oficialmente secretario general de CDC, pero los interesados saben que también tienen que hablar con él. Se ha apartado a medias, está claro. Como el mismo Colomines, que ahora «se ha quitado de encima la presión del partido pero mantendrá la línea directa con el president», según apunta alguien cercano a los dos.

A pesar de que en el partido saben que «lo peor del caso Palau [y su derivada con la Trias Fargas] todavía está al caer y será un desastre», no quieren dejar perder del todo la Catdem. Los tiempos van de casas grandes. De intentos de los partidos por mirar de ensanchar sus fronteras y lenguaje tradicionales. Lo necesitan, grandes y pequeños, y no van precisamente sobrados de ideas ni de ciudadanos o militantes con ganas de enlazar el debate político con el de la calle. En Iniciativa, por ejemplo, pero con gente del PSC y con otros no militantes en ninguna parte, ya los hay que trabajan en la opción de un proyecto (que en Barcelona pueda desembocar en candidatura) encabezado por la popular portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Ada Colau. Ante las limitaciones manifiestas de los partidos tradicionales, se avecinan tiempos de casas grandes, de sumas que hace un tiempo habrían sonado imposibles. Eso, si los partidos lo permiten, claro.