La rueda

Cartas marcadas

ENRIC MARÍN

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Más que nunca, esta es la campaña de las cartas marcadas. De hecho, las cartas están marcadas desde el día que los barones meridionales de PSOE descartaron ostentosamente pactar con Podemos. A partir de ese preciso instante, Pedro Sánchez se mueve como un gallo decapitado en inútil carrera hacia la nada. La confluencia electoral entre Izquierda Unida y Podemos ha hecho el resto. Neutralizando parte de las distorsiones representativas de una ley electoral pensada para favorecer el bipartidismo, la alianza entre Iglesias y Garzón podría relegar al PSOE a la tercera posición. Rajoy, Sánchez Rivera coinciden en identificarse como constitucionalistas al modo 'aznariano' y se conjuran abiertamente para impedir el acceso al Gobierno de los «radicales» podemitas.

No importa. El bloque dinástico los estigmatiza como «chavistas», pero los dirigentes de Unidos Podemos entienden la política como una 'guerra de posiciones', y saben perfectamente que todavía no es su momento. El próximo movimiento será liderar la oposición en un contexto de nuevos ajustes presupuestarios. Así pues, el futuro Gobierno pivotará sobre el PP con el apoyo directo o indirecto del PSOE. Que el Gobierno esté presidido por Rajoy ya no será un tema sustantivo. Y, en cualquier caso, este detalle dependerá más de los cálculos de Susana Díaz que de la voluntad de Pedro Sánchez. Último hecho significativo: Iglesias ha tardado tres milisegundos a aclarar que el referéndum no es condición sine qua non. Previsible, aunque quizá innecesario.

Con epicentro en Londres, el debate real, incierto y trascendente de estos días es el del 'Brexit'. Mientras tanto, España avanza hacia una nueva fase de insignificante reformismo lampedusiano. Sin fuerza renovadora endógena, solo la apertura de un proceso constituyente en Catalunya alterará el statu quo en España.