Carta al Rey

De la dinámica de grupo y de las experiencias emprendedoras de los jóvenes que se pusieron en práctica en el Foro Impulsa, no puedo decir mucho. Ya no es mi mundo. Me refiero al universo de los 'close encounters', de las 'start-up' y 'scale-up', de los 'cursos prácticos de comunicación para triunfar en el trabajo y en la vida'. De las 'palancas de crecimiento', de los talentos y toda esa parafernalia que valora tanto una explosión juvenil que, ante la crisis, genera una enorme habilidad en la superficie y no sé si muchas y profundas raíces morales. Pero esta es otra historia. En este foro, el Rey de España está presente y siempre hace el mismo discurso. Sumar es mejor que restar, ir juntos es mejor que caminar solos, permanecer es mejor que irse. Es un argumento tan actual que incluso lo utiliza la publicidad de una marca que vende mayonesas: 'Juntémonos'.

El acto donde el rey dice esto y donde otorga los premios Princesa de Girona se lleva a cabo en un recinto que es patrimonio de la ciudad. Unos concejales electos, miembros de la CUP, representantes de los ciudadanos, ediles democráticos, quieren entrar. No pueden. Se lo prohíben. Quieren entregar, respetuosa y diplomáticamente, una carta a su majestad en la que expresan el rechazo a la figura del monarca. No pueden. La democracia implica respeto y admisión de la discrepancia. Al menos eso. El resto, como ocurrió en el acto de Girona, es autoritarismo y menosprecio de la voluntad popular.