GEOMETRÍA VARIABLE

¿Carta de despido para Rajoy y Mas?

Todo lo que se ha progresado desde el 77, y ha sido mucho, se ha debido a la negociación y el pacto

JOAN TAPIA

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El pasado 25 de marzo, en la presentación de mi libro '¿España sin Cataluña?' en el Cercle d'Economia, dije que, pese a todos los desencuentros posteriores a la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) de julio del 2010, el único camino transitable era el del diálogo y la negociación entre los gobiernos de Catalunya y de España. Espero tener razón, pero desde entonces -no han pasado ni 15 días- las cosas van en dirección contraria.

El lunes 30 de marzo, CDC y ERC -más la ANC y Òmnium Cultural- suscribieron una hoja de ruta maximalista: las elecciones del 27-S serán plebiscitarias, una mayoría absoluta de los partidos firmantes del acuerdo equivaldrá al 'sí' en la prohibida consulta y se irá a una declaración unilateral de independencia (DUI) en un plazo máximo de 18 meses. Y el lunes de Pascua, 6 de abril, Rajoy contestó diciendo que las elecciones catalanas solo serán autonómicas y que la Unión Europea nunca admitiría una declaración unilateral de independencia. Todo parece, pues, dispuesto de nuevo para el auténtico choque de trenes que el 9-N se evitó por los pelos gracias a la prudencia -en el último minuto- de ambos presidentes.

En el acto citado, dije que el diálogo era lo mejor porque todo lo mucho que hemos progresado desde 1977 se debe a la negociación y al pacto. Y que si dos políticos de trayectorias vitales y perfil ideológico tan dispares como Adolfo Suárez, ministro secretario general del Movimiento hasta hacia poco, y Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat republicana en el exilio, lograron pactar, es incomprensible que Mariano Rajoy y Artur Mas no puedan hacerlo.

Y el consenso constitucional entre Manuel Fraga, ministro de Información de Franco que había defendido la ejecución de Julián Grimau, y el secretario general del PCE, Santiago Carrillo, que había enviado a Grimau a España para que dirigiera el comunismo clandestino, era mucho más difícil que el de Rajoy y Mas, dos políticos de la clase media, sin pasado franquista (ni antifranquista) y que tienen en común ser dos políticos profesionales de la democracia con cargo público y coche oficial desde sus inicios.

Si Suárez y Tarradellas, si Fraga Carrillo, lograron acuerdos en los años 1977 y 1978, es un pecado contra la inteligencia que Rajoy y Mas solo puedan dialogar a través de los tribunales y quieran imponerse gracias a sus mayorías parlamentarias (más fuerte la de Rajoy que la de Mas).

Al finalizar la presentación, alguien me objetó que Suárez y Tarradellas, como Fraga y Carrillo, solo pactaron un terreno de juego en el que poder dirimir sus diferencias y que ahora estamos ante una cuestión de principios. Para Rajoy, la soberanía solo reside en las Cortes españolas y España es la nación mas antigua de Europa, mientras que Mas encabeza un movimiento que cree que Catalunya tiene derecho a la autodeterminación. En parte es así -aunque Suárez, Tarradellas, Fraga y Carrillo también tenían sus dogmas, que supieron aparcar razonablemente-, pero no del todo.

Mas sostiene la independencia porque el PP, los recelos españoles y el TC se cargaron en parte un Estatut que, aunque lleno de defectos, había sido aprobado en referéndum por el pueblo de Catalunya. Y Rajoy se refugia en la soberanía nacional porque cometió la gran imprudencia -por nacionalismo español y por derribar a Zapatero- de recurrir un Estatut que ya habían avalado tanto la soberanía española como el pueblo de Catalunya. Rajoy se equivocó en el 2006 y Mas lo hizo cuando disolvió en el 2012 y perdió 12 escaños. Y si no saben envainarse sus errores, atentan contra la inteligencia y contra la estabilidad política y económica de España y Catalunya. Merecerán que los electores les sancionen con la carta de despido.