Carlos Sainz II, rey de la velocidad pura

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Cuenta mamá Reyes, y lo cuenta con resignación y escasa sonrisa, bueno, sin sonrisa alguna, que, nada más llegar a casa desde la clínica donde dio a lugar a Carlos, poco después conocido como 'Carletes', su padre, ya campeón mundial de rallys, lo sacó del capazo y lo sentó en el volante del Toyota Celica, que el bicampeón madrileño tiene en el jardín de su casa metido en una inmensa caja de metacrilato. "Fue ahí cuando me di cuenta de que esto no tendría marcha atrás", señala Reyes, sin esbozar mueva alguna, ni siquiera sentirse la mitad de orgullosa de lo que está su marido.

Y es que su marido siempre ha contado que él jamás "y, cuando digo jamás, es jamás", influyó en su hijo para que se dedicase a los coches. "Cierto, le permití escoger pero sabiendo, y eso lo aprendió muy rápido, que, por encima de cualquier cosa, estaban los estudios y los idiomas". Claro que Carlos Sainz padre tenía un mal colega al lado. Tenía al maravilloso Juanjo Lacalle, su manager. Fue Lacalle, sí, quien, yendo por detrás del jefe, sintió el cosquilleo de convertir a aquel bebe en piloto. Solo hay que ver las imágenes que Lacalle tiene en su videoteca en las que aparece 'Carletes' conduciendo un pequeño jeep eléctrico en ese mismo jardín, haciendo trompos al llegar al final del caminito de baldosas. Y solo tenía cinco años.

Sainz padre no ha dejado de correr pero, en los dos últimos años, ya ha tomado el relevo del sabio Lacalle. La filosofía no ha cambiado. "Carlos sabe que este es un mundo muy duro, y no me refiero solo a lo competitivo que es, no, sino a que hay que tener los mil ojos abiertos, poner los 300 sentidos y, sobre todo, ser humilde, querer aprender siempre, no despegar los pies en el suelo ni siquiera cuando, como hoy, realizas los mejores entrenamientos de tu vida y acabas metiéndote en la tercera fila de un gran premio de F-1. Y, encima, en casa".

Sainz padre y, mucho menos, Sainz hijo, no lo dicen pero saben que al chavalito lo van a medir sus jefes, especialmente el duro doctor Helmut Marko, responsable deportivo del equipo Red Bull y su filial Toro Rosso, no por los resultados, que también, sino por su pulso con el jovencísimo piloto holandés Max Verstappen, hijo de otro piloto. 'Carletes' siempre lo dice: "Primero ficharon a Max y, luego, a mí, así que algo vieron en Max que era mejor que yo". Y es, precisamente, en ese descomunal reto n el que 'Carletes' está metido: demostrar que es más veloz, mejor, que Verstappen. Ayer, el hijo de Sainz tomó la ventaja. Iban 2-2 y ya gana el hijo de Reyes por 3-2.