El papel de la cultura

El botellín

"Me niego a resignarme a que el mundo sea violento, soy un idealista", dice Antoine Leiris

Antoine Leiris, el pasado jueves, en Barcelona, donde presentó su libro'No tendréis mi odio'.

Antoine Leiris, el pasado jueves, en Barcelona, donde presentó su libro'No tendréis mi odio'.

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Releo, estos días, Vous n'aurez pas ma haine (No tendréis mi odio), el conmovedor relato de Antoine LeirisAntoine Leiris, el periodista cultural que perdió a su mujer hace dos años, un 13 de noviembre, en el atentado de la sala Bataclan. Leiris propone una reivindicación de la cultura, no solo como refugio, como placer, o como vía para acceder a una sensibilidad depurada. La cultura es un instrumento que promueve y fortalece la resiliencia, es decir, la capacidad de hacer frente a los baches, a las tragedias y los desasosiegos, y de no responder con rabia o con resignación sino con la asunción pausada del socavón, con la voluntad de renovarse y continuar con la lucha.

Lo explicaba en la presentación que hizo en Barcelona. Se imaginaba, él mismo, como una botella de plástico arrugada, a punto de ir a la basura. Con cuidado, aquel botellín de agua volvió a ser como era al principio de su charla. Pero Leiris hacía notar que, a pesar de mantenerse en pie, casi como antes, el botellín era testigo de las arrugas, de los pliegues, de las distorsiones. "Esto soy yo ahora", dijo. Leiris combate la ingenuidad desde una postura que parece naíf ("me niego a resignarme a que el mundo sea violento, soy un idealista") y sabe que la cultura no es, necesariamente, sinónimo de salvación contra la barbarie. Pero es una solución: a eso nos aferramos. Con las marcas de las heridas en el botellín. Con el botellín todavía entero.