#ouyeah

Bienaventurados los trepas, oportunistas y aprovechados

RISTO MEJIDE

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bienaventurados los trepas, oportunistas y aprovechados. Porque de ellos es el reino de las cosas que no se pueden comprar. Y es que hay que ver, en los tres casos, lo mucho que acaban pagando justos por pecadores.

Bienaventurados los trepas. Porque hemos asimilado el trepa a alguien tóxico, cuando no siempre lo tiene que ser. Un trepa no es sólo aquél que pasa por encima de los demás a cualquier precio. Ése, además de un trepa, es un capullo. Un trepa es también aquél que tiene un objetivo que está muy por encima de sus posibilidades y aún así no le da miedo ni se amedrenta ante la altitud del reto, pues está dispuesto a escalarlo. Y como bien sabe la gente que se dedica a la escalada, lo más importante para llegar a la cima es fijar correctamente los puntos de anclaje. Las metas intermedias que te ayudarán a ascender.

Un trepa es alguien que pretende llegar a correr 10 km en menos de 60 minutos. Primero tendrá que plantearse metas intermedias variando los puntos de anclaje, que en este caso podrían ser, por ejemplo, duración y distancia. Primer punto de anclaje: la duración. Empezar por 15 minutos e ir incrementando el tiempo hasta llegar a los 60. A continuación, cambiar el punto de anclaje y pasar a la velocidad, para reducirla así paulatinamente. No sé si es lo correcto desde el punto de vista técnico y la verdad que me da igual. A mí me funciona, y no sólo en las metas físicas. También en las emocionales.

Un trepa es alguien que pretende conquistar a la mujer o al hombre de su vida. Primero hay que conseguir frecuencia de encuentros. En cada una de ellas variar el punto de anclaje y pasar a hacerle sonreír. Cada nueva sonrisa te acercará más a tu objetivo. Otro punto de anclaje serán las confesiones. Cuantas más cosas sepas que no le haya contado a nadie, más cerca estarás de la cima de su corazón. Y así.

Bienaventurados los oportunistas. Porque nos hemos creído que un oportunista es sólo aquél que pretende sacar tajada de una situación a costa de los demás. Ése, además de un oportunista, es un imbécil. Un oportunista es también alguien que ve primero lo que nadie más vio. Una oportunidad de negocio, de vida o de corazón. Porque un oportunista es también alguien que intuye que no estás bien con tu pareja y pretende que te enamores de él. No será justo, o moralmente intachable, pero tan sólo pretende ser feliz haciéndote feliz a ti. Dime si no es lícito e incluso justo que lo intente.

Y ya me dirás qué son las oportunidades sino vacíos que nos brinda la realidad. Espacios en blanco que pueden ser pintados con esfuerzo, ingenio y rapidez por tu parte. Vasijas en las que almacenar nuevos y apasionantes futuros. Alguien se olvidó de colocar algo ahí, y la vida te está gritando que la pongas tú. Serás mejor o peor en la solución del problema, pero de momento tú ya has hecho la mitad del trabajo que muy pocos hacen: saberlo formular.

Por último, bienaventurados los aprovechados. Porque nos hemos tragado eso de que aprovecharse de algo o de alguien está siempre mal. Quien se aprovecha de alguien para perjudicarle, no es sólo un aprovechado, es un desgraciado. Aprovecharse es también sacarle el partido que ni esa misma persona jamás se imaginó. Descubrir el poco o mucho talento que el otro tenga para sacarle un beneficio. Aprovecharse de alguien es también ayudarle a ser útil para una causa. Adoptar talento para darle una vida mejor. Y si la causa encima es noble, por qué no hacerlo. Eh. Por qué.

Bienaventurados los trepas, oportunistas y aprovechados. Porque de ellos es el reino de las cosas que no se pueden comprar. Y porque ellos son los que nos enseñan todos los días la necesaria diferencia entre ser un vendido, venderse y vender. H

por Risto Mejide