OPINIÓN

Banco de España, sucursal del BCE

Luis María Linde.

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OLGA GRAU

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El mayor examen a la banca realizado en la corta historia del euro ha deparado pocas sorpresas. Los bancos españoles han pasado con nota el temido examen gracias a tres factores: el manguerazo de dinero público que han recibido las nacionalizadas, el traspaso de los activos tóxicos al banco malo y las enormes cantidades de dinero que la banca ha guardado (provisiones) para hacer frente a impagos.

Los test de estrés se han aprobado con holgura, y es una buena noticia porque un sector financiero sano, que deje de ser un zombie, es una pieza fundamental, aunque no la única, para la recuperación de la economía y del crédito. Pero ante el triunfalismo de ayer de Mariano Rajoy cabe recordar que el notable alto que ha sacado la banca española no ha salido gratis.

El Banco de España ha calculado que las ayudas a la banca en la crisis han ascendido a 94.157 millones, de los que 61.495 millones corresponden a inyecciones de capital que no se van a recuperar pese a que las nacionalizadas hayan sido las entidades que mejor salieron en la fotografía de ayer.

El rescate bancario, además, obligó a España en el 2012 a pedir una línea de crédito de 100.000 millones a la Unión Europea (UE), al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al BCE, de la que se han dispuesto 41.000 millones que sí se van a tener que devolver.

Las pruebas de solvencia representan un examen riguroso en el que han trabajado durante meses de forma coordinada más de 6.000 personas entre supervisores nacionales y consultores.

A pesar de recelos iniciales sobre si se ha hecho un traje a medida para la banca alemana o la francesa, el examen resulta creíble por un motivo: a partir del 4 de noviembre, los 130 bancos que se han sometido al test van a pasar a ser supervisados por el Banco Central Europeo (BCE), con sede en Fráncfort.

Los bancos centrales van a dejar de ser los supervisores con motivo de la entrada en vigor de la Unión Bancaria. El objetivo es que el control sea independiente y alejado de los países para evitar que una crisis como la actual se repita.

En este contexto, parece razonable creer que el Consejo de Supervisión del mecanismo único de supervisión del BCE, dirigido por la francesa Danièle Nouy, se haya cuidado mucho de no pasar por alto las debilidades de ningún banco no sea que le salga un cadáver del armario en el momento más inesperado.

El test de ayer convertirá al Banco de España en una sucursal del BCE en Fráncfort. La institución que dirige Luis Maria Linde ya ha perdido poder en los últimos años en detrimento del ministerio de Economía, encabezado por Luis de Guindos, y el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), encargado de supervisar a las nacionalizadas.

El examen de ayer abre dos incógnitas. ¿Fluirá de nuevo el crédito? El BCE ya dejó caer ayer que esto no depende solo de la salud de la banca, sino de la demanda. ¿Habrá fusiones de bancos de diferentes países del euro? Los test de estrés, además de la parte cuantitativa, también ofrecen información cualitativa. El problema ya no va a ser el capital, sino la rentabilidad. Y los que no tengan un modelo de negocio que les permita ganar dinero, tendrán que fusionarse. Como dijo ayer Nouy, este examen no es el final, es el principio.