Auge y tortura del taburete

El asiento sin brazos ni respaldo se propaga por los restaurantes para incomodidad del cliente

Una imagen promocional de Taburete, con Guillermo Bárcenas en el centro.

Una imagen promocional de Taburete, con Guillermo Bárcenas en el centro. / periodico

JULI CAPELLA

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Con permiso del gurú Quim Monzó, quisiera comentar la irrupción, consolidación y auge del taburete como sustituto de la silla en la restauración. El taburete es la mínima expresión para conseguir un asiento breve. Pero últimamente se está propagando como asiento principal en muchos restaurantes, sobre todo en Ciutat Vella y el Eixample. Porque son más baratos, porque ocupan menos espacio y porque sospecho –no, lo sé– que incomodan a la gente, que así se marcha antes. Más aforo, más rotación, más caja. El colmo es cuando se usan sin respaldo, sin apoyabrazos, sin tapizado para el culo y alineados alrededor de una gran mesa comunal, también muy de moda. Como si estuvieses en un biergarden, compadreando obligatoriamente con los vecinos de al lado. Esta circunstancia supone en sí una estafa, si de comer confortablemente se trataba. Y en la versión alta, para la gente mayor una auténtica tortura, si es que logran encaramarse al artilugio. Al menos debería haber un descuento en la factura por tener que soportarlo.

Taburete viene de tambor por su habitual forma redonda, y es de etimología francesa, tabouret. El taburete vivió en la Barcelona de los años 80 un momento brillante. El modelo Dúplex de Mariscal, el fálico Frenesí del Grup Transatlantic, y más tarde el Jamaica de Pepe Cortés fueron hitos de la noche. Pero no olvidemos que estaban pensados para juguetear mientras tomabas un aperitivo o una copa, siempre presto a descabalgarlos con ligereza. Jamás para disfrutar una comilona con sobremesa.

Taburete, por cierto, es el nombre del conjunto musical de un tándem inefable: el nieto de Gerardo Díaz Ferrán –expresidente de la CEOE– y el hijo de Luis Bárcenas –curioso apellido: bar, cenas–. La pareja del exitoso grupo de estilo pijopop se conoció mientras sus padres compartían paseos por el patio de la prisión vip de Soto del Real. Aunque seguro que allí comían confortablemente sentados en una silla con respaldo. ¿Por qué los demás merecemos el castigo del omnipresente taburete?

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