Dos miradas

Apariencias

EMMA RIVEROLA

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Durante décadas se forjó un imaginario catalán en el que España adquiría el borroso perfil de lo abstracto. O bien se reducía a una unidad administrativa, sustituyendo su nombre propio por un aséptico -y antipático- Estado español, o bien se menguaba aún más sus fronteras reduciéndolo a Madrid y, por tanto, a los ministerios allí alojados. El imaginario se iba conformando con una amalgama de historia, símbolos, afrentas y reivindicaciones, siempre más interesado en destacar lo que nos distinguía de otros pueblos que en buscar las concurrencias. Así, la realidad y la apariencia transcurrían una junto a la otra. A veces coincidían. Otras, simplemente, se ignoraban. Hasta que el proceso independentista ha desbaratado el juego de espejos.

Por un lado, la apariencia ha echado a volar mientras que la realidad ha conformado un muro infranqueable. Durante el fin de semana, la solemnidad y argumentos de Artur Mas insistían en la pulcritud jurídica de la consulta y la campaña de 'agitprop' nos convocaba a votar. Pero, como era de esperar y como sabía perfectamente el 'president', el Constitucional bloqueó la consulta en un insultante pispás. ¿Gran juego de ilusionismo? ¿Pura táctica electoral? Mientras la clase política echa pulsos y mira el calendario, millones de ilusiones siguen volando hacia una cúpula con apariencia de cielo. ¿Es posible ganar la partida política si el juego no aterriza en la realidad?