tú y yo somos tres

Antes de ir a prisión, ir a la tele

FERRAN MONEGAL

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El fichaje de Nacho Abad por A-3 TV comienza a dar los frutos que de él se esperan. La madrugada de ayer consiguió («¡En exclusiva, solo aquí!») lo que se nos presentó como «La primera entrevista de Ortega Cano antes de entrar en la cárcel». ¡Ahh! La satisfacción de Abad, aunque disimulada, era evidente. Él mismo, desde el plató, se dio paso a sí mismo como entrevistador, y enseguida le vimos en la grabación, en casa de Ortega Cano, frente a una mesa redonda, diciéndole: «Don José, buenas noches, le han condenado a dos años y medio de prisión... ¿Siente rabia, ira, indignación, tristeza?». Y Don José, demacrado y quebradizo, respondió: «Rabia no, ¡tristeza, sí!». ¡Ah! La estrategia de Abad-entrevistador fue la del cirujano sutil: abrir en canal, con decisión, pero sin perder una mueca que quería ser de dulzura y comprensión.  Hasta los servicios de edición del programa decidieron incrustar, introducir, meter con calzador,  un solo de violonchelo, unas notas de cuerda sentimental, muy sentidas, para que el lamento musical del instrumento se fusionase en nuestras casas con la aflicción de quien quizá entrará en prisión en breve. «¿Te ves dentro de una celda, con barrotes y un camastro?» le preguntó, tuteándole. Y Ortega, balbuceando, respondió: «Tendré que aguantar». Lacónico, huraño de gestos, exteriorizando congoja, el que fue notable matador de toros iba contestando sincopadamente. La frase más larga la dijo cuando Abad le preguntó qué sintió «cuando supiste que habías acabado con la vida de un hombre». ¡Ah!  Este golpe de bisturí fue metabolizado por Ortega, curiosamente, como una invitación a redimirse allí mismo por la vía de la cristiana contrición. Contestó: «Me quería morir. Te lo prometo. Si hubiera tenido algo a mi alcance en aquel momento, me hubiera quitado de en medio», y después de este virtuoso remordimiento, de pronto, a Ortega Cano le sobrevino un repunte de energía y exclamó con contundencia: «Si la Justicia lo decide, iré a prisión, ¡pero iré con la cabeza bien alta! Yo no he cometido ningún crimen, yo he tenido un accidente».

Nacho Abad le salió una noche redonda, dentro de la negritud de su género. Hasta tenía apostado un redactor en Alcalá de Guadaira, para pulsar inmediatamente la reacción de la familia del muerto ante las declaraciones de Ortega. O sea, propiciando la pelea. ¡Ahh! Todo por nosotros. Todo por la audiencia.