MIRADOR

Ante todo mucha calma

En la política catalana conviene y parece que se impone un cierto sosiego

NEUS TOMÀS

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Como una empieza ya a tener una edad, sus referentes musicales, también. De ahí que el título de este artículo coincida con el primer álbum de Siniestro Total. Porque ahora que ya sabemos que en Catalunya no tendremos elecciones durante una temporada, y que la independencia no está tan cerca como algunos intentaban hacernos creer, parece que lo más conveniente sería calmarnos todos un poco (y más viendo que en Madrid todavía no saben si se investirá a un nuevo presidente y, si es así, quien será elegido).

Rememorando uno de los temas de la mítica banda gallega, los catalanes sabemos quiénes somos, no todos coincidimos a la hora de explicar de dónde venimos y aún existe más división de opiniones sobre adónde vamos. Pero mientras lo aclaramos, lo perentorio es gestionar el día a día, esto es, que el Govern diseñe unos nuevos presupuestos en los que, como mínimo, estén incluidas las medidas del plan de choque acordadas con la CUP. Segundo, que se restablezcan los puentes de diálogo institucional con el resto de España. Las llamadas de Pedro Sánchez y  Pedro SánchezPablo Iglesias al presidente de la Generalitat contribuyen al deshielo. Y tercero, que en el Parlament se recupere el clima de respeto y ‘fair play’ que nunca se debería haber perdido.

Las primeras señales que ha enviado el Gabinete de Carles Puigdemont invitan a un cierto optimismo. De entrada, el ‘president’ está dispuesto a ir a la Moncloa para reunirse con el jefe del Ejecutivo central (cuando lo haya). Mientras, este miércoles, el hombre de Convergència en Madrid, Francesc Homs, se reunirá con el Rey, pese a que Felipe VI se equivocase al no querer recibir a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. También en la Cámara catalana el aire empieza a ser un poco más respirable. Que Catalunya Sí que es Pot se haya sumado a la ponencia a la comisión de estudio del ‘procés’ impulsada por Junts pel Sí y la CUP es un ejemplo de que hay recorrido para el diálogo. Los soberanistas y el grupo de Lluís Rabell han hecho las renuncias pertinentes en pro de facilitar un debate enriquecedor. La ‘finezza’ del socialista Miquel Iceta también puede contribuir a que, al menos en la agenda social, haya margen para acuerdos que vayan más allá de siglas y banderas.  

En CDC aspiran a que se imponga esa cierta calma. Por eso insisten en un mensaje: no hay que renunciar al secesionismo pero ahora toca “resituar las piezas” para facilitar un cierto sosiego. La duda es si esa cierta tranquilidad será compatible con los plazos que establecieron Junts pel Sí y la CUP. La ley de transitoriedad jurídica, la de la Hacienda propia y la de la Seguridad Social deberían estar listas antes del 14 de febrero y la fuerza anticapitalista ha avisado de que será inflexible con este calendario, así que si a alguien le tocará correr es al vicepresidente, Oriol Junqueras, puesto que depende de él que se cumpla lo firmado.