Al contrataque

Al amigo independentista

Xavier Sardà

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Amigo, tenemos que hablar. Ya no me cabe ninguna duda. Tenemos que hablar. Ya sé que tú eres independentista y yo un simple, digamos, federalista... Pero tenemos que hablar. Seguro que últimamente me has considerado un caso perdido. Seguro que en algún momento has pensado que soy un descarriado por no llegar a un determinado estatus intelecto-sentimental y todo eso. Pero tenemos que hablar.

Qué más da si la mayoría de catalanes están más cerca de tus posiciones que de las mías. Qué más da el resultado de las autonomico-plebisci-consultivas... Lo que es básico es no perder el mundo de vista. Ni el mundo ni eso tan trillado que se llama amistad y comprensión. Créeme, tenemos mucho de que hablar.

Yo, por mi parte, me niego a considerarte hegemónico en el sentido gramsciano. Ni a ti ni a nadie. No, amigo, me niego a considerarte parte de la norma.

El concepto de hegemonía cultural fue desarrollado para explicar cómo una sociedad aparentemente libre y culturalmente diversa está en realidad dominada especialmente por una parte. De esta manera, las percepciones, las explicaciones, los valores y las creencias de este sector social llegan a ser vistos como la norma. Insisto, me niego a considerar que mis amigos y la gente a la que aprecio sean del club de los que cortan el bacalao.

Tenemos que hablar, amigo, porque estoy hasta los mismísimos de esta especie de división en bloques.Dos bloques. Yo estoy dispuesto a asumir mi condición, pero me niego a utilizar arquetipos para definirte a ti. No, lo siento. Amigo mío, eres independentista, pero entre otras muchas cosas. Me niego a pensar que nuestras ilusiones y nuestras expectativas están en manos de políticos que no se soportan y que nos pueden defraudar. Para mi sois algo más que independentistas. O no solo.

Tender puentes

Yo estoy en el bloque feo, y me da igual, porque no me afecta más allá de lo razonable. El mío es el bloque de los que no tenemos bloque. Somos el resto social. Quizá servidor es el aburrido de la fiesta, el gafe y el calcetín desaparejado. Quizá me falta fuerza para creer en el procés o temo que el procés sea crónico. Insisto, da igual. Lo importante en este contexto y en esta situación es que nadie deje en la estacada política y emocional a la mayor parte de ciudadanos de este país. Los sensatos de uno y otro bloque tenemos la obligación de tender puentes. Ni pido entrar ni que nadie salga, pero es nuestra obligación hablar y aprender a llevar la división con dignidad en tanto algún día desaparezca. Algún día volveremos a hablar de temas sociales y estaremos de acuerdo. Algún día hablaremos de la vida y no de nuestra posición en esta obra de teatro que no hemos escrito ni tú ni yo.