Gente corriente

Albert Marqués: «No conoces sus códigos, no sabes si eso es risa o no»

Cuentacuentos. Vive de eso, pero a veces hace labor social y actúa gratis: para presos, gente mayor, okupas.

Albert Marqués

Albert Marqués

MAURICIO BERNAL

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-En general, digamos, cuando hay una movida que me gusta, trabajo gratis. Por ejemplo, las veces que he ido a contar cuentos a una prisión. O a una casa okupa. O a un hospital de enfermos mentales. O a un centro de discapacitados. Si el proyecto me gusta, me resulta simpático, no tengo problema en no cobrar, especialmente cuando sé que los recursos de los que me contratan son escasos. Lo que pasa es que algunas personas que sabían que de vez en cuando trabajaba gratis intentaron aprovecharse de eso, tomarme el pelo, de manera que tuve que establecer unas pautas. Escribí un texto que tituléCriterios para precios alternativos, y ahí dejé muy claras esas pautas.

-Enfermos mentales. Ha contado cuentos delante de un público de enfermos mentales.

-Sí. Fue muy interesante.

-Cuénteme.

-Tiene que ver con los códigos. Habitualmente uno sabe si la gente se lo está pasando bien o no, incluso cuando los gestos no son evidentes. Uno los mira a los ojos y sabe, o mira cómo están sentados, el lenguaje corporal, y sabe. Pero los enfermos mentales no manejan los códigos habituales, entonces uno no tiene ni idea. A veces hacen algo que parece una risa, pero realmente no tienes ni idea si es una risa; igual es todo lo contrario, que quieren irse. Así que lo primero que haces al final es ir donde los educadores y preguntarles: «Oye, ¿cómo fue?» Porque ellos, claro, sí conocen sus códigos.

-Cuénteme cómo le fue con los presos. Doy por sentado que también son un público especial.

-Desde luego. ¿Sabe qué me pasa en las cárceles? Que hay algunos a los que miro y no encuentro. A los ojos: los miro y no los encuentro. Algunos porque están drogados, o sedados, y otros, me da la impresión, porque tienen una historia tan salvaje que están totalmente desconectados. En Wad-Ras, por ejemplo, al final de la actuación se me acercó una interna y me dijo: «Oye, muy bonito, me ha gustado mucho, aunque la verdad es que no pude prestar mucha atención», y enseguida no sé si me dijo que estaba con la metadona, o que estaba sedada, algo por el estilo.

-¿Dónde más ha estado?

-¿De prisiones? En Brians y Quatre Camins. Me gusta que lo que hago tenga una parte de labor social. Es decir, me gano la vida con esto, pero si hay que actuar gratis, se actúa gratis. A las administraciones les cobro, por supuesto. Pero si se trata de iniciativas civiles, se puede negociar.

-Supongo que todo eso está consignado en sus Criterios... ¿Cómo me dijo que se llamaban?

-Criterios para precios alternativos, sí. Si lo quiere ver todo, está en mi página web: www.osmandros.com.

-Ós Mandrós.

-Es mi nombre artístico. Obedece, digamos, a cierta totemización que tengo con el oso, y a que quería un nombre con rima. Al principio me iba a llamar Albert algo, y buscaba una palabra que rimara con mi nombre, pero no la encontré. Y Ós Mandrós me gustaba. Me gusta.

-Explíqueme ahora en qué consiste su trabajo. A quiénes sí les cobra.

-Pues mire, el repertorio que tengo es tanto para niños como para adultos, con lo cual me muevo por muchos sitios. Hago presentaciones públicas, en escuelas, bibliotecas y centros cívicos, por ejemplo, y cosas privadas, bodas, comuniones, cumpleaños. O me contratan para contar cuentos en un bar, o para la entrega de premios de un concurso literario, o incluso un centro excursionista, para que cuente cuentos al final de una caminata mientras todos beben vino y comen coca. Y centros de gente mayor. A esos voy mucho. ¿Sabe qué es normal que ocurra allí?

-Cuénteme.

-Casi siempre se acerca alguien al final a contarme algo. Una historia. Son personas que tienen muchas cosas que contar, y ganas de contarlas, pero nadie que las escuche. Así que aprovechan esas oportunidades.

-Explíqueme: ¿cómo le dio por esto?

-¿Quiere que le cuente el momento clave? Bien. Pues fue este: yo tenía unos 14 años y un amigo de mi hermano, cuentacuentos, fue a casa y me vio haciendo las portadas de unas cintas que yo acababa de grabar. Resulta que él le acababa de grabar una cinta de cuentos a su novia, y me pidió que le hiciera la portada. Se fue a dar una vuelta con mi hermano y yo me puse a escuchar. Me fascinó. Hice una copia. Y a partir de ahí, cuando me iba de colonias, por ejemplo, por la noche a mis amigos les contaba un par de cuentos, cuentos de esa cinta. Y así empezó todo.

-¿Es de aquí, de Manresa?

-No. Soy de Badia del Vallès. Pero ya sabe: la vida da muchas vueltas.