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Y ahora, J. K. Rowling

RAMÓN DE ESPAÑA

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Hay que ver qué poca correa tienen los nacionalistas. Aquí ya estamos acostumbrados a los exabruptos de los lectores de Nació DigitalVilaweb El Singular Digital, pero sus homólogos escoceses no tienen nada que envidiarles a la hora de comportarse como energúmenos. Hace unos meses la emprendieron contra David Bowie porque el hombre dijo, sin ánimo de ofender, que optaba por la permanencia de Escocia en el Reino Unido. Entre otras lindezas, le dijeron que estaba acabado y que más le valía volverse a Marte, de donde nunca debería haber salido. Ahora el odio de las huestes de Alex Salmond se dirige contra la mamá de Harry Potter, J. K. Rowling, quien no contenta con opinar lo mismo que Bowie, ha contribuido con más de un millón de libras a la causa unionista, para contrarrestar los dos y pico que regaló al secesionismo una pareja a la que le acababa de tocar la lotería.

Bowie dijo lo que dijo desde Nueva York y sin rascarse el bolsillo. Por eso es más meritorio lo de Rowling, que vive en Edimburgo y se ha desprendido de un pastón. Como era de prever, los siempre tolerantes nacionalistas la han puesto verde. Hay quien se pone melodramático y le tuitea: «Pensar que te acogimos en Edimburgo cuando solo eras una madre soltera de 20 años...». Lo cual siempre es mejor, eso sí, que la airada respuesta de uno de los nuestros a una reflexión de Ignasi Guardans sobre el coste del asalto europeo de los castellers: «Si te tuviera delante, te reventaría la cara a hostias».

Todos los fanáticos se parecen, pero los nuestros deberían esforzarse en recalcar su hecho diferencial. De momento, lo único que les separa de los bocazas escoceses es Víctor Cucurull, historiador alternativo y pez gordo de la ANC cuyos vídeos en Youtube tienen más visitas que los de Pitbull; lo cual no es de extrañar en alguien que afirma, sin que se le escape la risa, que Teresa de Ávila era barcelonesa, que las carabelas de Colón partieron de Pals o que Americo Vespuccio se llamaba en realidad Aymerich Despuig. ¡Superadme eso, escoceses pusilánimes!