Pequeño observatorio

La crisis del gigantismo urbano

JOSEP MARIA ESPINÀS

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En la revista (libro) de la Fundació Jordi Pujol,Via,Llàtzer Moixpublica un excelente artículo sobre una creciente obsesión urbanita: que una ciudad tenga un moderno icono arquitectónico, una pieza de gran altura o de excepcional volumen, capaz de representar a la ciudad ante el mundo. En este mundo denominado de la imagen, la existencia de una ciudad tiene que poder ser resumida en una foto.

El fenómeno empezó, creo, cuando se habló delskyline de Nueva York, aquel frente de rascacielos. La megalomanía, unida a la voluntad de originalidad, ha llevado a diseminar edificios en forma de cohete espacial, de cubos imponentes, de construcciones ondulantes. A ver quién la hace más gorda y más diferente. Una exposición internacional y unos Juegos Olímpicos han sido algunas de las excusas para que los ayuntamientos -a menudo con ayudas estatales o de otro tipo- tirasen la casa por la ventana, como se suele decir, aunque algunos de esos monstruos no tuvieran ventanas.

Naturalmente, estas construcciones que aspiraban a ser símbolos fueron encargadas a algún arquitecto que pertenecía a la pandilla de los famosos. Entre esas operaciones ambiciosas hay algunas frustradas.Moixpone el ejemplo de la Expo de Zaragoza, una obra espectacular, realizada caprichosamente y deprisa y corriendo, que dio unos gastos y unos dolores de cabeza extraordinarios. Por cierto, un año después de su inauguración, ya acabada la Expo, el pabellón estaba cerrado, con los accesos manchados de grafitos y los nuevos usos todavía en el aire.

Luego está el caso de los presupuestos. Los de la Cidade da Cultura, de Santiago de Compostela, se incrementaron, y es un ejemplo, de los 108,2 millones de euros que figuraban en las bases del concurso a los 500 millones. El articulista dice que este fenómeno de la arquitectura icónica -y carísima, añado yo- habría tenido ya que desaparecer por muerte natural. Y si podemos decir que agoniza es por muerte accidental, es decir: a causa de la crisis.

Moixavisa de que existen unos arquitectos que saben que la prioridad no es la arquitectura espectáculo, sino otras de tipo económico, medioambiental, energético y social. Y con el trabajo bien hecho, que no tiene que ser forzosamente tan caro, sin olvidar la ordenación de espacios interiores, elemento básico para que una obra seavivible. Pero de esto deberán hablar, por experiencia, los buenos arquitectos no monumentalistas, comoPau Ramisy otros.