El epílogo
Salt, la reconquista
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Con la muerte del menor inmigrante accidentado hace una semana durante una persecución policial, ayer se encendió otra mecha en el polvorín de Salt. Incluso si transcurre sin incidentes la marcha de mañana en favor de la convivencia --apoyada por instituciones, entidades y asociaciones de inmigrantes--, serán precisos esfuerzos suplementarios para atajar la degradación de la convivencia en este municipio gerundense. Esfuerzos suplementarios, coordinados y continuados en el tiempo, no parches para salir del paso.
Desde hace al menos un año, la sucesión de acontecimientos y la propia alcadesa proclaman a gritos que Salt no es un caso aislado, sino el laboratorio de pruebas de un conflicto social que puede estallar en muchos otros rincones de Catalunya y del resto de España. Porque en Salt aparecen todos los ingredientes del cóctel explosivo: concentración de población inmigrada (40%); una alarmante tasa de desempleo, más acentuada aún entre los extranjeros; cientos de pisos ocupados y edificios deteriorados; menores inmigrantes no escolarizados abocados a la marginalidad, la droga y la delincuencia... Una olla a presión en la que a fuego lento se cuece el racismo de una minoría y la radicalización callejera con acento foráneo.
La bandera del orden
Es de sobras sabido que si nadie impone en la calle el orden y el civismo, la ocupan sus enemigos. Así ha sucedido en Salt, donde reconquistar el espacio público requerirá de intervenciones a corto, medio y largo plazo. Lo más urgente es incrementar de forma sensible la presencia policial. Con fines disuasorios, pero también para perseguir la criminalidad y a las bandas allí organizadas.
La Generalitat, el ayuntamiento y la justicia, de igual modo, deben coordinarse para agilizar las expulsiones de multirreincidentes, arrancar a los menores de las redes delictivas y abolir la ley de la selva que impera en muchos inmuebles de Salt. Todo ello puede servir, si no para remediar, sí para paliar el problema. Y para evitar que los fascistas arrebaten a los demócratas la bandera del orden y la convivencia.
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