Opinión | Editorial

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El PP, desenfrenado

La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

Si María Dolores de Cospedal es la cara moderada del PP, la cara indómita del partido, sea la que sea, mueve a preocupación. Incorporada con entusiasmo a la campaña de exabruptos puesta en pie por los populares para denigrar la respuesta de las instituciones catalanas a la sentencia sobre el Estatut, Cospedal ha tachado de «muy antidemocrática y muy fascista» la línea de comportamiento fijada por elpresidentMontilla. Si se suman a este disparate venenoso la salida de tono de Manuel Fraga –«Ese Estatuto no vale. ¡Viva España!»– y la acusación de ibarretxismo dirigida por Antonio Basagoiti alpresident, solo falta concluir que la culturahooliganha impregnado la ideología del PP.

La gravedad de los improperios de Cospedal habría sido menor si hubiese aprovechado la rectificación –por lo demás, ineludible– para lamentarse de haber dicho lo que dijo, pero, al no hacerlo, ha dejado diáfanamente claro que las palabras utilizadas fueron elegidas con plena advertencia y perfecto consentimiento. Como si, una vez dictada sentencia por el Constitucional, no tengan cabida la crítica, el disentimiento o cualquier otra actitud contraria al texto pergeñado por un equipo de magistrados desprestigiado a ojos de muchos. En suma, como si Montilla hubiese roto la vajilla cuando quien hizo posible la impugnación del Estatut fue justamente el PP, siempre con la calculadora electoral en la mano y dispuesto a envolverse en la bandera para rebañar unos votos.

María Dolores de Cospedal tiene pendiente pedir disculpas de verdad alpresident.